jueves, 28 de abril de 2022

Five Parsecs from Home. Episodio 19: Velocidad roja.

 Bitácora de travesía D-611X. Apuntes de James Kraken.

En el interior del Alatriste reinaba un silencio insondable, del mismo tipo que había en los remotos monasterios de monjes de la Escuela Sofosiana, antiguos delincuentes que habían hecho un voto de ausencia y eterno ensimismamiento para redimir sus crímenes.

Sombra había insistido en cambiar las ropas de Dietrich. Ella estaba visiblemente enfadada, más bien furiosa, con deseos de cobrar una deuda que no se podía pagar. La herida en el estómago del científico había sido considerable y me pregunté cómo había podido resistir tanta agonía en sus últimos momentos.

Tendido sobre la cama de una cápsula de descanso, con el cuerpo desnudo, me pareció tan frágil, débil y mermado. Su rostro había quedado petrificado con una sonrisa imperceptible, casi de satisfacción.

-Expulsaremos a Dietrich en su receptáculo de escape una vez estemos en el espacio- Dijo Malcolm, con voz queda y seria.

Ninguno objetamos tal decisión, puesto que era la correcta. Para unos individuos como nosotros, quienes vamos de un planeta a otro en busca de trabajos que nadie desea hacer, no hay más gloria que ser entregados a la negrura de las estrellas cuando ya dejemos de respirar.

Sombra abrochó la cremallera hermética de su camisa y depositó un suave beso en la frente de nuestro compañero a modo de despedida, un gesto poco frecuente en una mujer tan severa como ella.

Miré a Nadia, quien permanecía en una esquina de la cápsula de descanso. Su vista estaba fija en el suelo y apretaba los puños, como si quisiera agregar algo.

-No dejaremos que esto quede así- Habló Yula, diciendo las palabras que todos queríamos pronunciar.

-No- Acordó Mal -Hemos acabado con una de las cabezas de la hidra, pero aún nos queda otra-.

Como si fuera una invocación no solicitada, la holopantalla mostró una solicitud de comunicación.

Los ojos de Sombra se enrojecieron de ira cuando reconoció el nombre.

-Wolfmother- Saludó Mal, apretando los dientes.

La anciana se hallaba detrás de su mesa, sentada en un cómodo sillón, con las manos entrecruzadas frente a su boca.

-Mis niños. Ha pasado mucho tiempo desde nuestra última conversación-.

-Demasiado- Comentó Nadia.

-Me he enterado de vuestra excursión en Industrias Virek… Un desastre lo allí ocurrido-.

-No sabemos de lo que hablas- Le interrumpí.

-Creo que debemos vernos, mis niños. Hay muchos detalles a discutir y algún malentendido por aclarar-.

-Principalmente lo último- Malcolm habló con desprecio.

Una dirección expresada en coordenadas apareció en la sección baja de la holopantalla.

-Deseo fervientemente encontrarme con vosotros… Espero que lleguéis con vida a nuestra cita-.

Wolfmother cortó la comunicación y la holopantalla se fundió en negro.

-Es una trampa- Mascullé.

-No cabe la menor duda- Nadia me sostuvo la mirada con firmeza.

Las calles de Trántor eran una vorágine de luces violeta, carmesí y celestes, mezcladas con edificios altos y publicidad holográfica de todo tipo de productos.

 

Una jungla de hormigón, electricidad y dinamismo.

Yula conducía el vehículo “prestado” con destreza por el asfalto, esquivando otros coches y algún que otro transeúnte por aquella hora de la avanzada madrugada. Habíamos optado por un medio de transporte terrestre para movernos por aquel planeta metrópoli, en lugar de los carromatos con levitación electromagnética, más comunes y susceptibles a atascos.

No estábamos muy lejos de nuestro destino, cuando el impacto de un cohete destrozó las ruedas traseras de nuestro vehículo.

Yula enderezó el volante y consiguió dominar la maquinaria metálica, evitando un impacto directo contra la pared de una edificación.

El primero en salir fue Malcolm, armado con su rifle de asalto, y poniéndose a cubierto tras lo que quedaba del coche. Nadia y Sombra le siguieron, al tiempo que yo ayudaba a Yula para que pudiese salir del asiento del piloto.

El mareo inicial pasó a una súbita agitación. No muy lejos de nuestra posición, un grupo de sujetos con aspecto patibulario se acercaba. Uno de ellos era enorme, con músculos artificialmente agigantados mediante estimulantes. Una horrible máscara le cubría el rostro.


Criminales con ansia de sangre.

-¡Uh, ah!- Gritaban mientras blandían sus armas y alzaban los puños.

-¡Ustedes! ¡Los del coche!- Exclamó el mastodonte -¡Somos Anarquía roja y es hora de nuestra venganza!-.

Nos miramos mutuamente y entendimos la situación. Se trataba de aquella agrupación anticapitalista, a la cual nos habíamos enfrentado en uno de sus actos vandálicos. No podían ser más inoportunos, o quizás…

-Nos han dicho que estabais en nuestro planeta y hemos querido daros una recepción como os merecéis- Hablaba el presunto líder -La muerte os ha llegado, malditos perros del sistema, sirvientes de las oligarquías-.

-¡Uh, ah!- Vociferaron sus compañeros.

-Cerrémosle el pico a ese malnacido- Dije.

Disparé con fuego de cobertura durante el tiempo suficiente para que Nadia pudiese acertar en mitad de los ojos de uno de esos bandidos. La respuesta fue inmediata. Sus armas eran potentes, pero su puntería era terrible.

Resistimos los primeros embates y deducimos su estrategia, consistente en disparar y recargar. Sombra, Mal y Yula avanzaron hacia uno de los coches y concentraron sus ataques, mientras Nadia y yo nos quedábamos en la retaguardia, activando un Insta-Wall cada uno.





Violencia callejera. Nadie salió, nadie se asomó a mirar.

Cuando murió el líder, algunos de los atacantes huyeron despavoridos. Sombra alcanzó a uno de ellos, se trataba de una chica joven, con tatuajes y cabello azul.

Le apuntó con una pistola desintegradora, del tipo que podía vaporizar un rostro angelical en un parpadeo.

-Tienes cinco segundos para hablar, ¿por qué nos habéis atacado?- Sombra apretó el rostro de la niñata contra el cañón de la pistola.

-Alguien nos dijo que estabais por aquí…- La chica estaba asustada.

-¿Quién?- Pregunté.

-Se hace llamar Wolfmother… No sé nada más… ¡Dejarme ir!-.

Sombra miró a Mal y este asintió lentamente. No merecía la pena desperdiciar un minuto más con aquella gentuza.

-Contaré hasta tres y no quiero verte. ¡Llevo dos!- Sombra la soltó y la criminal corrió sin mirar atrás.

-Estamos cerca de la dirección indicada- Habló Nadia.

-Caminaremos- Fue la única respuesta que pude articular.

Avanzamos hacia nuestra última encrucijada. Estábamos metidos hasta el cuello en este estercolero y pensábamos salir airosos.

Era imposible predecir lo que presenciamos después.

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¡Estamos a un capítulo del final de esta campaña! Como habéis podido leer, antiguos enemigos han hecho acto de aparición para poner las cosas difíciles a los canallas miserables.

Al ser una persecución callejera, he pensado que esta banda sonora podría venirle bien.

Pronto el último capítulo.

Saludos cordiales.

Wintermute.

jueves, 21 de abril de 2022

Five Parsecs from Home. Episodio 18: Conexión terminal.

 Bitácora de travesía K-610H. Apuntes de Sombra Negra.

El plan era una basura infecta, pero era el único plan que se nos había ocurrido.

Industrias Virek era, quizás, el edificio más vigilado de todo Trántor. Al menos eso es lo que aseguraba Dietrich. Por lo tanto, no podíamos ingresar con distorsionadores de rostro, trajes termoópticos o cualquier otro tipo de camuflaje.

A propósito del científico, no era la única que sentía preocupación por su menguante estado. Había pasado días sin salir de la Sick Bay del Alatriste, ensimismado con lo que demonios sea que estaba haciendo. Perdió peso y parecía un adefesio entre esas ropas holgadas. Me había encargado de llevarle algo de comer a diario, más que nada por intentar hacer algo. Los días previos a nuestra incursión fueron un incordio. No podíamos salir de nuestra nave, oculta en una dársena con credenciales falsas. Ninguno de nosotros quería correr el riesgo de que nos detectaran.

Las ojeras de Dietrich y el tono pálido de su piel me mostraron a un hombre acabado físicamente, con ojos vidriosos y secos. Apenas probaba los alimentos, uno o dos bocados. Incluso no reaccionaba cuando le reñía. Simplemente no estaba con nosotros.

Pero aquella noche tenía un semblante decidido, determinado probablemente a conseguir lo que ocurriría después, si es que alguno de nosotros puede entenderlo.

Me estoy adelantando a los hechos.

La recepción del edificio estaba desocupada como era evidente para esas horas. Un par de guardias jurados, armados con revólveres eléctricos y con músculos acelerados por drogas estimulantes, nos recibieron con toscos modales.

-Queremos hablar con Josef Virek- La voz de Dietrich era un susurro.

-El Sr. Virek no atiende visitas, ¡marchaos!- Los modales no eran la espacialidad de esos guardias.

-Tenemos algo que le interesa- Apostilló Mal, mirando fijamente a una cámara.

Un incómodo silencio fue la continuación de esa conversación inútil. Los dos sujetos parecían estar escuchando a alguien en los auriculares de sus oídos. Se miraron mutuamente antes de asentir.

-El Sr. Virek os recibirá en persona- Concluyó uno de los cavernícolas.

Uno de ellos nos encaminó hacia un ascensor.

-¿Vais armados?- Preguntó.

-Si- Respondió Nadia, sin mirarle fijamente.

-No permitimos armas aquí-.

-No seguimos las políticas de su empresa- Le replicó, despreocupada.

Sonreí.

El guardia bufó exasperadamente y volvió a asentir. Era obvio que alguien le había transmitido instrucciones adicionales por el auricular.

Nos guio por una serie de pasillos y salas, laboratorios donde se fabricaban Soulless y otros tipos de androides avanzados; cadenas de montaje con diferentes usos, desde el ensamblaje de tanques magnéticos hasta armas atómicas.

Resultaba evidente que el paseo era una amenaza directa.


Distintas vistas de un mismo conglomerado empresarial. Si querían cansarnos con esa larga caminata, no lo consiguieron.

El camino culminó en una sala amplia, con una holopantalla en el fondo y una decena de terminales y ordenadores encendidos, mostrando el logo rojo y blanco de la megacorporación.

Delante de la pantalla, en una silla mecánica con ruedas, un anciano nos miraba fijamente. Su cuerpo en general era frágil, y al menos cuatro agujas perforaban sus brazos y le suministraban fluidos de distintos colores, quizás medicinas y nutrientes para mantener con vida a semejante engendro.

-Buenas noches, damas y caballeros- Su voz sonaba enferma y afónica -Finalmente nos conocemos en persona-.

-Créame, no es algo de lo que me sienta orgullosa- Le espeté sin más preámbulos.

-Una pena, porque mi sentimiento es de la más profunda admiración- Respondió -He invertido mucho dinero en buscarlos por todo Unity. No esperaba que vinierais a mi-.

-Sr. Virek, no estamos aquí por nuestro deseo expreso- Mal tenía una mano en la cintura, cerca de su bláster -Estamos agotados de huir, así que hemos venido para zanjar este asunto-.

-Bien, bien… Al grano, como a mi gusta hacer negocios…- Detrás de él, un guardaespaldas le estaba ajustando una de las vías intravenosas, por un momento una mueca de dolor se asomó en el rostro del viejo -Vosotros tenéis algo que yo deseo. Únicamente debéis dármelo y a cambio os pagaré generosamente la cantidad que pidáis-.

-Su oferta es muy buena- Intervino James -No obstante, creemos que lo buscado por usted es invaluable-.

El anciano entrecerró los ojos.

-Recapitulemos un momento- Siguió Mal -Usted y una amiga suya, habéis modificado genéticamente esclavos en Kelvin 273 para organizar un ataque a Nova Vinicius, estáis en la sombra de una invasión de los K’Erin a un planeta de Unity, habéis diseñado una trama de corrupción por todo el universo conocido y, lo más importante para nosotros, nos habéis enviado distintos matones y sicarios. No me parece que usted sea digno de confianza-.

-Su grupo, además, es el responsable de la muerte de mi esposa e hijo- Habló Dietrich con inusitada ira.

-No os pongáis así, por favor- Fue la respuesta del viejo, con una sonrisa que mostraba unos repugnantes dientes amarillentos -En el pasado se han hecho cosas terribles, es verdad. Sr. Grüber, su esposa decidió no cumplir el contrato firmado, así que tuvimos que asumir prácticas de las cuales no me alegro. Desgraciadamente, no era ella quien debía verse afectada, pero esos errores ocurren cuando se confía a gentuza mafiosa la labor que debería hacer uno mismo, ¿no creen?-.

Tenía muchas ganas de dispararle en mitad de esa cara arrugada.

-En suma- Continuó -Veo que tendré que ofrecer una segunda y última oferta. Me dais lo que quiero y saldréis con vida-.

Unos pasos fuertes y lentos retumbaron la estancia. Detrás de la holopantalla una silueta de gran altura apareció, rodeada de un escuadrón de guardias perfectamente armados y con implantes positrónicos. El guardaespaldas por su parte amartilló un rifle de asalto.

-Les presento el nuevo modelo AS/RTX que venderemos a Unity. Hay cien unidades fabricadas, pero esta es la primera que se activa. Por última vez, dadme lo que quiero-.

Ese momento donde no sabíamos si saldríamos con vida todos…

Fui la primera en disparar contra la estructura del tanque bípedo. El resultado fue un fiasco rotundo, pero suficiente para conseguir la cobertura necesaria para separarnos en dos grupos, como habíamos pensado.

Dietrich nos había mencionado su deseo expreso de conectar el resultado de su trabajo durante los últimos días. Le había llamado biosoft, y sea lo que sea, debía introducirlo en una de los ordenadores terminales de Virek, según él, adecuados para acceder a todos los rincones posibles y existentes de la Matriz.

Nuestros agresores también se dividieron, el tanque, el anciano en su silla de ruedas y su guardaespaldas fueron tras Nadia, Yula y Dietrich. Mal, James y yo nos vimos perseguidos por guardias jurados que confiaban en su potencia de fuego.

Los primeros intercambios de disparos ocasionaron que uno de los guardias se desplomara muerto en el suelo antes de que cayera al suelo. Por su parte, el tanque disparaba balas de tungsteno contra mis compañeros. En un gesto de preocupación, James y Mal decidieron que había que acabar con rapidez con los guardias.

 


Lo dicho antes, vaya basura infecta de plan.

 

-¡Dietrich! ¡Dietrich!- Gritaba Nadia, al tiempo que los disparos enmascaraban sus súplicas.

James solicitó cobertura para dar un rodeo. Mal y yo proseguimos con nuestro fuego concentrado en los guardias. El comerciante de Éfira consiguió una postura evidiable para acostarse en el frío suelo y apuntar con el rifle de plasma. Disparó dos veces contra la coraza del tanque bípedo. El retroceso le provocó dolor en el hombro, pero los impactos destrozaron la carcasa del tanque, dejándolo inutilizado.

Yula había acabado con el guardaespaldas y sólo quedaba el viejo decrépito.

Me acerqué a él y le di una patada a la silla con mis botas con suelas de acero, volcándola. El anciano se derrumbó en el suelo tras un quejido.

Fue entonces cuando nos percatamos de lo peor.

El último camino de un científico sediento de venganza.

Dietrich yacía sobre el regazo de Nadia, que hacía lo imposible para contener la hemorragia de su herida en el estómago.

-El PAD… Dadme el PAD ahora…- Gimió el científico.

-No hables, Dietrich- Sollozó Nadia.

-Debo hacerlo…- Repuso, mientras cogía entre sus débiles manos el PAD de Mal.

Me extendió una caja isotérmica y señaló uno de los ordenadores. A simple vista, el biosoft era un nanosoft de esos capaces de almacenar ingentes teras de datos. El científico conectó un cable en su implante neural detrás de la oreja, y me dio el otro extremo para que lo insertara en el ordenador.

-No… No… Hacerlo conmigo… Conectarme a mi… A él no… A mi…- Suplicaba el viejo.

El bofetón que le dio James cortó cualquier otra súplica.

En la pantalla de un ordenador se inició una barra de progreso.

El científico levantó una mano temblorosa.

6 %.

Tomé su mano entre las mías, mientras Nadia le acariciaba la cabeza.

-Ludmila… ¿eres tú?...- Gimió, antes de escupir sangre -No… Eres Sombra…-.

Asentí levemente.

17 %.

-No he sido el más sociable… Pero al menos espero que no os haya dado muchos disgustos…-.

-Los disgustos son parte de nuestro trabajo- Dijo Mal.

29 %.

-No dejéis que me duerma… No hasta que esa barra llegue al 100 %...-.

44 %.

-Pronto los veré, ¿saben?... Esto es lo que deseo…-.

68 %.

-¿A quiénes verás?- Preguntó Yula, con ojos llorosos.

-Eso es… Un secreto…-.

83 %.

-Cuando termine… Destruid el biosoft…-.

-De acuerdo- Accedió Mal.

92 %.

-Hola…-.

100 %.

-…y adiós…-.

ACTUALIZACIÓN COMPLETADA EXITOSAMENTE.

El mensaje flotaba en la pantalla del ordenador. Dietrich suspiró por última vez y un espasmo retorció su espalda, antes de derramar una lágrima que se mezcló con su propia sangre. Coloqué la mano del científico en su pecho y me dirigí a la terminal, donde estaba el biosoft.

Lo detripé con mi bota.

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Este episodio fue difícil. Si una cosa tiene este juego, es que algunos encuentros pueden ser más sencillos que otros, pero no ha sido el caso de este.

De los seis miembros originales, uno de ellos ha tenido un final, así que decidí que lo mejor era describirlo con todo el detalle que merece.

Para aquellos invisibles lectores avezados, seguramente habéis deducido la inspiración de esta última escena.

A propósito de eso, dejo la banda sonora de este episodio. Floating Museum de Ghost in the Shell.

 

Saludos cordiales.

Wintermute.

lunes, 18 de abril de 2022

Five Parsecs from home. El último interludio.

El tiempo es relativo. No es más que una conjunción de eventos que pueden suceder de forma inconexa o en armonía. Muchos de ellos pueden desvanecerse en un chasquido. Otros se funden en un instante eterno. Algunos simplemente se escarchan en una imagen con texturas y sombras, o en un inerte holograma fijado en una escena muerta.

El caso de Dietrich era una mezcla de todas esas percepciones.

Sabía que llegaría el momento. Deseaba ver el fruto de ese trabajo iniciado por su difunta esposa hace eones.  Pero tenía miedo, terror al fracaso, a que un imprevisto anulara su más ferviente anhelo.

El primer biosoft (y quizás el único que jamás se crearía) había sido completado tras muchas horas de arduo trabajo. A simple vista parecía un nanosoft cualquiera, con sus pines de estaño, estructura de aluminio dúctil y circuitos embebidos. No obstante, en su interior se encontraba la última vanguardia en la innovación de la sincronización orgánica con la Matriz de Unity.

El mérito absoluto no era suyo, naturalmente.

-¿Funcionará?- Se preguntó para sí mismo en voz baja.

-¿Dudas del trabajo de tu mujer?- Replicó el holograma a escala.

Era el rostro de Ludmila, su Ludmila. Sus ojos claros, su espesa y lisa cabellera, sus hombros bien perfilados, una vestimenta traslúcida que mostraba las transparencias de su cuerpo inexistente.

-No…- Gruñó el científico.

-¿Y del tuyo?-.

Dietrich bajó la cabeza.

-Te he guiado en la dirección correcta siguiendo las directrices de tu esposa- Siguió el holograma -Todo depende de ti ahora. Es crucial que la incursión en Industrias Virek sea exitosa-.

Dietrich contempló el biosoft una vez más antes de guardarlo en una pequeña caja isotérmica y abandonar la Sick Bay del Alatriste.

-Pronto estaremos juntos… Los tres- Dijo, sosteniendo fijamente la mirada del holograma.

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No muy lejos de allí, en el mismo corazón empresarial de Trántor, una mujer se reclinaba en su cómodo asiento con una expresión de desdén. La reunión no se estaba desarrollando como ella quería. De hecho, nada estaba saliendo según sus planes. ¿Cuándo se torció todo?.

-Mi tiempo se ha acabado, Wolfmother- Hablaba la voz enferma y átona desde una pantalla gris como la estática -Tus referencias eran impecables, pero veo que has fallado una y otra vez-.

-Han ocurrido imprevistos- Interrumpió la mujer, apretando los puños.

-Yo no llamaría imprevistos a la suma de tus fracasos- Cortó la voz -¿Dónde están ahora esos sujetos?-.

-Les he perdido la pista en Éfira- Reconoció, con una mueca de rabia -He enviado grupos de reconocimiento a todos los sectores y rincones de Unity, además he contactado con las cofradías de sicarios para…-.

-¡Insuficiente!- Gritó la voz, como preludio a una tos seca y metálica -He decidido asumir las riendas de esta operación… He enviado drones de búsqueda con los seis rostros de esos sujetos. Ni los distorsionadores podrán ayudarles-.

-¿Qué hay de las autoridades de Unity? ¿Saben algo?-.

-Eso no es problema- Respondió la voz, con un asomo de duda.

“Eso significa que no tienes su apoyo” Pensó Wolfmother, acariciándose la barbilla.

-Por lo pronto- El enfermo continuó -Algunos de mis emisarios te harán compañía. No quiero que se te ocurra algún viaje inesperado-.

En una demostración de perfecta coordinación, una media docena de hombres armados y de la seguridad privada de Industrias Virek ingresó a la sala de reuniones. El guardaespaldas de Wolfmother quiso desenfundar su arma, pero ella negó con la cabeza.

-Lo comprendo- Dijo la mujer, mordiéndose el labio inferior -Cuando acabe todo esto, te disculparás por el trato recibido-.

-Cuando acabe todo esto, yo seré inmortal- Corrigió la voz -Sólo aquellos que estén de mi lado, serán recompensados-.

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Un vehículo de ocho ejes frenó suavemente frente al edificio. La madrugada en Trántor era un collage de neón y anuncios publicitarios.

Seis siluetas avanzaron lentamente hacia la entrada.


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¡Último interludio antes del gran final!

Mientras los canallas miserables avanzan hacia una conclusión, he recordado esta banda sonora:

 

Nightstalker de Ghost in the Shell.

Reconozco que estoy un poco emocionado (sólo un poco) con ver la luz al final de este recorrido.

Pronto el episodio 18.

Saludos cordiales.

Wintermute.