sábado, 8 de enero de 2022

Five Parsecs From Home. Episodio 9: Anarquía roja.

 Bitácora de travesía G-601I. Apuntes de Nadia Malkovich.

Una tensa calma reinaba en el interior del Alatriste. En todos mis años como mercenaria jamás había visto una crueldad semejante. Había presenciado y ejecutado muchas formas de muerte, pero en su mayoría eran rápidas y poco ortodoxas. Un disparo a la cabeza desde cierta distancia, un apuñalamiento en el lugar indicado, una rotura de cuello sigilosa… Pero una tortura así. No tenía idea de que eso era posible.

Lo reconozco. Dietrich me acojona mucho… Y no soy la única.  

Desde que regresamos hace dos días del Club Costa Verde, no había pronunciado una sola palabra. Mal quiso pegarle, pero Sombra y James le detuvieron. Yula había propuesto que nos marcháramos cuanto antes; sin embargo, le hice ver a mi hermana que eso era una mala idea. Los destrozos y fallecidos en aquel local de alterne habían sido considerables y era muy probable que las autoridades de Unity estuviesen tras nuestra pista. Abandonar la militarizada Trántor no era una opción válida por ahora. Era más adecuado mantenerse con un perfil bajo.  

Aquella tarde, Mal y Sombra habían salido por provisiones y para tantear el terreno. Mi hermana estaba centrada en el mantenimiento de los sistemas de navegación y respecto al científico, no quería saberlo. Se había encerrado en la Sick Bay con los restos de aquel Soulless enviado por Wolfmother, haciendo quién sabe qué tipo de cosas.

Me encaminé hacia la zona de carga de la nave. El acceso estaba restringido a tenor de una lucecita ámbar y la puerta presurizada. Activé el intercomunicador.

-¿Qué haces?-.

-Estoy revisando el sistema antigravedad- Me respondió James.

-¿Te ayudo?-.

-Claro-.

La puerta se abrió tras unos instantes. Tras cruzarla, puede ver a James con la cabeza hacia abajo, ataviado con el traje espacial y las botas magnéticas que le sujetaban al techo.

-Tienes el traje allí- Me dijo.

Cerré la puerta y me cambié frente a él. No le veía, pero podía intuir que se había ruborizado.

Una vez se reinició el sistema antigravedad, me impulsé hacia arriba, hacia ese mercader de Éfira, con cabello rubio corto y hombros anchos.

-Estaba terminando con los ajustes, me puedes ayudar con…-.

No le dejé terminar. Le devoré la boca con mis besos y él me correspondió. No era la primera vez que nos veíamos, ni tampoco sería la última.  

Nos despojamos de los trajes y nos entregamos el uno al otro en condición de gravedad cero. Un verbo que se conjugaba en una dirección y, por un breve instante, me sentí libre y abstraída de todo. Cuando James estalló dentro de mí, sólo existíamos él y yo. Toda preocupación se había difuminado en un pensamiento olvidado.

Un breve instante, una sensación de libertad absoluta.

Cuando volvimos al puente de mando, el resto de la tripulación estaba en mitad de una conversación. El rostro de un sujeto con dientes de oro hablaba a través de la holopantalla del pupitre. Por el contexto de la misma, no habíamos llegado tan tarde.

Mal giró levemente la cabeza a modo de saludo.

-Son los dos tripulantes que faltaban, Sr. Nasir- Habló el capitán -Nadia, James, es Nasir bin Salah, presidente ejecutivo de Dirac Endeavor-.

-¿Entonces en total sois seis? Bien, eso es bueno- Respondió el aludido -Veréis, la situación es extremadamente urgente, por no decir apremiante. Un grupo de vagos anticapitalistas llamado Anarquía roja ha ejecutado, mientras hablamos, un secuestro en uno de mis edificios. Concretamente en el de Investigación y Desarrollo. Doce de mis empleados se encuentran bajo amenaza de muerte si no satisfago sus demandas-.

-¿Qué tipo de demandas?- Preguntó Sombra.

-Millones de créditos. Una cantidad absurda que mi empresa es incapaz de pagar. Vuestra misión consiste en proteger a uno de mis empleados, uno de los secuestrados. Se trata de la joven que veis en la imagen-.

La holopantalla se dividió en dos, en el izquierdo el rostro de Nasir seguía hablando sobre la situación de rehenes, mientras que a la derecha se había desplegado la figura de una chica no humana, una lashunta, tal y como quedaba de manifiesto por sus antenas y piel cerúlea.

¿Nuestro próximo encargo o algo más peligroso?

 

-Su nombre es Maenala Kima y ella es vuestra máxima prioridad- Prosiguió Nasir -No me importa lo que ocurra con los otros once secuestrados, es a ella a quien debéis rescatar, ¿os queda claro?-.

-Así será- Respondió Mal y miró con desprecio a Dietrich.

Uno de los tantos edificios de Dirac Endeavor.

La estructura estaba rodeada por decenas de policías y patrullas. Nasir había procurado darnos unos pases especiales que fueron escaneados a nuestra llegada. De acuerdo con éstos, éramos parte de un equipo de extracción perteneciente a una empresa de seguridad privada, muy probablemente falsa.

Entrar no fue difícil. Lo complejo fue situarse en el interior. Los cadáveres de un par de guardias jurados yacían en el vestíbulo principal, justo delante de unas pintadas donde se podía leer, con una letra francamente horrible:

PERROS DEL SISTEMA. CON AUTORIDAD NO SE EDUCA ¡SE ADIESTRA!

Avanzamos sigilosamente hasta un mostrador donde estaba el control de las cámaras. Como sospechaba habían sido destrozadas y no había forma de ver los distintos pasillos y salas de ese edificio. De todas formas, para nuestra suerte, unos gritos enfurecidos se dejaban escuchar desde no tan lejos.

Las pintadas y los destrozos del mobiliario de oficina eran la tónica habitual. Desde lo lejos, una voz iracunda no paraba de vociferar.

-¡Esta empresa forma parte de la represión de Unity! ¡Con esta acción comenzamos con nuestra revolución!-.

-¡Uh, ah!- Respondió una multitud.

-¡Esta noche cobraremos y nos reuniremos con el resto de nuestros camaradas! ¡Haremos de nuestra doctrina una ley! ¡Nada nos detendrá!-.

-¡Uh, ah!-.

Parte del aquelarre anarquista.

Cuando alcanzamos a tener una línea de visión, pudimos ver a un hombre mayor con el rostro ensangrentado. Lo habían puesto de rodillas, frente a una cámara. Era obvio que estaban transmitiendo en vivo y en directo a alguien, sospechaba que a nuestro cliente. Detrás del anciano, una decena de personas estaban en una situación similar, algunos incluso lloraban.

Ninguno de ellos era Maenala Kima.

Sombra utilizó un escáner termoóptico y detectó movimientos en una sala independiente. Avanzamos hacia ese lugar, cuando un disparo resonó en la estancia. El anciano yacía inerte en el suelo ante los vítores de los delincuentes.

Se trataba de una sala de reuniones y la chica estaba en cuclillas debajo de una mesa. En cuanto nos vio llegar, se puso a chillar y dio la voz de alarma. Mal le tapó la boca e intentó tranquilizarla, pero era demasiado tarde.

Un grupo de bandidos fuertemente armados corrió en nuestra dirección. Debíamos asegurar el perímetro alrededor de la sala. El primero en caer fue un grandullón con un rifle. Seguidamente otro armado con una escopeta láser. Eran poco o nada disciplinados, pero numerosos.

Conseguimos mantener la posición durante unos minutos largos, hasta que los inútiles maderos decidieron hacer acto de presencia y acabar con todo ese entuerto. 

Uno de esos días donde deseas estar en otra parte.

De regreso en el Alatriste, nuestro cliente volvió a contactar con nosotros. En esta ocasión, la holopantalla no mostraba ningún rostro. Sólo un fondo negro con unas letras rojas que rezaban “Modo voz”.

-Estoy complacido por vuestro trabajo- Dijo Nasir -Sólo hemos tenido tres bajas y algunos daños materiales recuperables, sin contar a esos forajidos inútiles. Lo importante es que la Srta. Kima está a salvo-.

-¿Por qué es tan importante?- Preguntó James, siempre ingenuo.

-Tenéis bien ganada vuestra reputación- Respondió la voz -En vuestro Simestim hallaréis el pago por los servicios facilitados. Quizás os contacte en el futuro-.

Desconexión y silencio.

Yula quiso comentar algo, pero ni lo intentó. El ambiente entre nosotros no estaba para más emociones. En otra holopantalla desplegó el canal de noticias. El titular que encontró era revelador:

Invasión en Arrakeen: Los K’Erin se han hecho con el control.

Sombra chasqueó los labios y cambió a un canal de deportes. Un partido de Dreadball entre los New Eden Revenants y los Skittersneak Stealers.

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Parece que los Canallas miserables no están pasando por su mejor momento, pero al menos dos de ellos han disfrutado de un momento juntos.


La banda sonora de este episodio.


Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme.

Saludos cordiales.

Wintermute.

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