jueves, 21 de octubre de 2021

Five Parsecs from home. Episodio 4. En mitad de la nada

 Bitácora de travesía X-596K. Apuntes de Yula Malkovich.

-¡¿Cómo va eso científico?!- Gritó el agente de Unity, mientras disparaba.

-Por más que me grites y dispares sobre mi cabeza, este software no se actualizará más rápido- Replicó Dietrich. Sus dedos volaban sobre el teclado.

Otro trabajo, otra paga.

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49 horas estándar antes.

Así que ese madero ya había mostrado sus cartas. En base a unas leyes estúpidas pensaba tomar el control de Alatriste porque sí, porque le salía de su voluntad supina. Por un momento pensé en tirar del timón, pero lo descarté inmediatamente. El jerk nos estamparía contra el cristal del puente de mando y eso no era buena idea.

James ya se estaba sonando los nudillos.

-Vale- Contestó Mal, encogiéndose de hombros.

La respuesta nos tomó desprevenidos a todos, e incluyo también al tal Callahan.

-¿Quieres ser el capitán? La nave es tuya-.

-Bien, mi primera orden es…-. Dijo el agente, después de carraspear.

-Pero- Le interrumpió Mal, con una sonrisa –Deberás dormir con un ojo abierto, deberás cuidar tus espaldas, si no quieres que alguno de nosotros te lance por la esclusa en un descuido-.

-¿Cómo te atreves a amenazar a un agente de Unity?-.

-No es una amenaza- Replicó Nadia, con esa mirada que le conocía perfectamente -Es lo que te haremos-.

Bip.

-Será mejor que te sientes- Sombra le estaba apuntando con un revólver láser.

Bip.

-¿A dónde vamos?- Intervine, sin mirar hacia atrás.

Bip.

-A Arrakeen- Contestó James.

-¿Y qué se nos ha perdido en ese basurero?-

Bip.

-El esquema 3D de la baratija que recogimos durante el primer encargo del Regente de Nova Vinicius está indexado a un comerciante de ese planeta-.

Bip.

-Es dinero fácil- Continúo James, como si fuese obvio.

Bip.

-¿Qué es ese ruido?- Habló el madero de Unity, mirando torvamente al arma de Sombra.

-Una comunicación abierta- Contesté.

-Enciéndela, por favor- Dijo Mal.

Una breve distorsión salió de los altavoces de la consola, seguida de un tono puro y una voz angustiada.

-…Por favor…. Nos han atacado… Carguero espacial Nabucodonosor II a quien pueda ayudarnos…- La voz era ahogada y grave -El hiperimpulsor está en llamas y estamos a la deriva...-.

El mensaje se repetía periódicamente. En una de las pantallas del pupitre de navegación del Alatriste, desplegué las coordenadas cartesiano-polares. No estaba lejos de la órbita de Nova Vinicius.

-Iremos- Habló el madero.

Miré a Mal.

Éste asintió.

El Nabucodonosor II, o lo que quedaba de él.

 El dron explorador no había hallado ningún signo de vida entre los destrozos del carguero. Parte de la coraza exterior había sido penetrado por torpedos nucleares. El mensaje de auxilio debió haber sido enviado mucho antes de nuestra llegada. Simplemente era un eco de una voz muerta.

-Bajaremos y buscaremos a los supervivientes- Bill ya empezaba a dar órdenes.

-Nos iremos- Repuso mi hermana -Allí no hay nadie a quien rescatar-.

-Eso no lo sabemos-.

James le atenazó el brazo con su mano derecha.

-La señorita ha dicho que nos vamos-.

Visto desde la distancia, Arrakeen era una miseria de planeta color marrón rodeado de la negrura del espacio plegado. El Alatriste se comportó muy bien durante nuestro hipersueño de ocho horas. Salvo el episodio con esa nave destrozada, el viaje fue tranquilo. No sabíamos si quienes habían atacado a ese carguero estaban relacionados de alguna forma con los invasores de Nova Vinicius, pero debíamos estar alerta.

-Alatriste a Control de Arrakeen, Alatriste a Control de Arrakeen. Confirmen- Hablé por el comunicador diadema.

-Aquí control de Arrakeen. Dejad vuestra nave donde os dé la gana-.

Hice un chascarrillo al escuchar semejante respuesta. La comunicación era terrible. No se escuchaba muy bien y era difícil entender el complejo acento de los arrakeenos.

No había dársenas en el puerto espacial. Sencillamente los visitantes (porque no tenía pinta de ser un destino turístico) atracaban las naves en el primer hueco libre. Dejé al Alatriste en un área adyacente a un hangar. Al abrir la escotilla principal, un aire cargado de arena invadió el interior de la nave.

Arena. Parecía que ése era el único producto que podía encontrarse en ese lugar.

Un sitio muy acogedor.

 -Presentemos nuestros respetos al Regente- Dijo el madero de Unity.

Yo pensaba en irme de ese lugar cuanto antes.

Resultó que en ese infierno marrón claro no había Regente. En su lugar estaba el CEO local de Zuckerborg Tech, una corporación transespacial dedicada a la seguridad privada y las telecomunicaciones. Se llamaba Trent Moffcassio y nos saludó muy amistosamente, o al menos eso parecía.

Escuchó con atención todo cuanto le había dicho Callahan, desde el escape hasta el hallazgo del carguero destruido.

-Las noticias de Nova Vinicius no son alentadoras- Dijo finalmente -Unity ha destinado varias guarniciones de los sistemas próximos. Nosotros queríamos enviar algo, pero estamos muy escasos de recursos. A nadie le interesa un sitio como este-.

-¿Por qué será?- Preguntó mi hermana con sorna.

-Habéis venido en el momento más indicado- Prosiguió el CEO -Estamos atravesando una crisis en nuestros sistemas de comunicación. El sistema operativo de la terminal principal se ha colgado debido a un fallo en una subrutina WriteLn y debemos reiniciarlo-.

-¿Qué debemos hacer?- Callahan ya se había apuntado sin consultarlo, como buen déspota.

-¡Oh! Algo muy sencillo, debéis actualizar el software con un hot patching-.

-Si es tan sencillo, ¿por qué no lo habéis hecho vosotros?- Le increpó Dietrich.

-Por los Sand runners- Contestó, como si no tuviera importancia -Los corredores de arena son los carroñeros del desierto. Pero bueno, como he dicho antes, es un encargo sencillo. 100 TB de nada-.

Muy sencillo. Si, claro.

Habría que darle un premio a quien se le ocurrió instalar una terminal en mitad de aquel desierto. Para colmo, una inesperada tormenta de arena había invadido todo el lugar.

Sombra Negra se quedó en el puerto espacial, buscando al dueño de aquella baratija para así cobrar y largarnos de allí. Dietrich llevaba el disco rígido con la actualización del software. Así que el plan era muy elemental. Llegar al terminal, instalar ese programa e irnos.

Entre el silbido del viento y los diminutos gránulos se escuchaban unos quejidos en la distancia. Era un ruido gutural, salido de una garganta irritada y precedido por unos pasos rápidos y cortos.

Dietrich abrió el panel de la consola y con las manos removió al menos una tonelada de arena. Insertó el disco y la pantalla de cristal pasó del negro al azul, seguido de una alarma seca y breve.

Tunt.

-¡No reconoce el disco!- Exclamó Dietrich. Sacó el aparato, sopló y lo volvió a introducir en la ranura.

Tunt.

-Esta máquina es muy antigua, creo que…-.

Nadia le propinó un golpe a la pantalla. Tras un breve parpadeo, el negro pasó al azul y de allí al verde.

El primero de esos seres apareció por el flanco derecho. No tenían armas, pero si unas garras afiladas y un rostro deformado por la abrasión de la arena. James le disparó y el sujeto cayó muerto.

La barra de progreso con la actualización del software mostraba que quedaban cinco minutos.

Otro apareció por el frente. Mal lo despachó sin miramientos.

Pero se acercaban más.

 Tres minutos.

Otros dos aparecieron y le siguieron tres más. Eran muy rápidos.

¿Seis minutos?

-¿Cómo va eso científico?- Gritó el agente de Unity, mientras disparaba.

-Por más que me grites y dispares sobre mi cabeza, este software no se actualizará más rápido- Replicó Dietrich. Sus dedos volaban sobre el teclado.

¡Un minuto!

Dos corredores se desplomaron en la duna.

¿Cinco minutos otra vez? ¡Joder!

Los cinco minutos más largos de la historia.

-¡Listo! ¡Vámonos!- Exclamó Dietrich, al tiempo que extraía el disco de la terminal.

Aún sigo sin entender la lógica informática, pero al menos parecía que habíamos cumplido el primer encargo en ese sitio infernal.

Aún quedaba mucho por explorar en ese rincón del universo.

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 Nuevo planeta, nuevo encargo y ¿nuevo capitán? 

Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme.

La banda sonora de este episodio.

Saludos cordiales.

Wintermute.