viernes, 30 de diciembre de 2011

Oper. Capítulo XIII.

Múnich. Octubre de 1941.

Los dos hombres penetraron en la habitación mal iluminada. Uno de ellos tenía gafas, manos pequeñas y suaves, frente ancha, un bigote discreto y correctamente cortado; carecía de rasgos viriles y su fisonomía delataba que tenía antepasados orientales; estaba ataviado con un uniforme oscuro y en su brazo izquierdo reposaba un brazalete color rojo. El segundo hombre no parecía ser un militar a simple vista; su cabello estaba cuidadosamente peinado, sus ojos eran inexplicablemente despiadados pero reflejaban una gran inteligencia, su nariz era recta y aguda, y su espalda erguida le daba un porte natural de determinación y seguridad; vestía un traje color caqui y su brazo también era sujetado por un brazalete de iguales características. Para un observador imparcial, le resultaría muy complicado saber cuál de los dos era el menos inhumano y vil.

Se acercaron a la pared opuesta a la puerta de entrada, donde estaba instalado un enorme equipo de refrigeración. En el centro del mismo, había una cápsula transparente con un cadáver congelado en su interior. A pesar de que la cabeza estaba separada del cuerpo, los ojos de un fuerte color carmesí estaban abiertos y vivos, incluso se podría decir que no habían sufrido los efectos de la congelación.

-He aquí el individuo experimental que me gustaría que examinara, Herr Mengele- Dijo con evidente autoridad el hombre de uniforme.

-Un espécimen interesante ¿no?- Dijo el aludido sin intimidarse -¿Dónde lo encontraron?-.

-Cerca de una meseta llamada Transilvania, durante nuestra incursión en la zona balcánica. La mayoría de los gitanos que hemos llevado a nuestros campos de concentración han comentado cosas sobre él, que pueden resultar importantes para los intereses del Führer .

-¿Qué clase de cosas?- Preguntó el segundo hombre con escepticismo y sin dejar de maravillarse por el poder innato que ejercían esos ojos carmesí.

-Habilidades que para un científico como usted podrían resultar falsas e improbables-.

-Le ruego que me ponga a prueba, Herr Himmler-.

-Para mí será un verdadero placer- Contestó el hombre de uniforme con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza –Algunos afirman que este sujeto era un demonio capaz de alterar el clima, lograr obediencia de seres repulsivos como moscas y arañas, y convertirse en un animal salvaje o en niebla. Los gitanos más viejos también afirmaron que este individuo se caracterizaba por su fuerza sobrehumana y por su necesidad de alimentarse con sangre-.

-¿Con sangre?- La expresión del segundo hombre mostraba perplejidad.

-En efecto, con sangre. Sin embargo también nos han informado de que tenía ciertas debilidades, como por ejemplo el hecho de que no puede soportar la influencia de los crucifijos, el ajo y el agua bendita. Además, durante la luz del día su cuerpo se debilita significativamente-.

-Con todos mis respetos, todas esas afirmaciones me parecen simples supersticiones poco fundamentadas-.

-En la Ahnenerbe estamos convencidos de que esas supersticiones podrían ser ciertas. Por eso le he hecho venir, Herr Mengele. Su prestigio y fama le preceden, así que le pediré que comience a examinar este espécimen a la mayor brevedad posible. Como comprenderá, el proyecto Übersoldat no puede sufrir más retrasos-.

-Lo entiendo-.

-Imagínese a una legión de soldados arios avanzando por todo el mundo con semejantes habilidades- Alardeó el hombre de uniforme con una mirada perversa y ambiciosa –En cuestión de días habremos dominado a todas las naciones que se resistan, superando los éxitos del plan Manstein , y lo más importante es que el Führer estará complacido-.

Los dos hombres abandonaron la habitación bajo delirios de grandeza, pero ignorando la mirada penetrante de los ojos profundos color carmesí del Duque, resguardados tras la gélida y gris cápsula.

domingo, 10 de julio de 2011

Oper. Capítulo XII.

El Vértice. 23 de Julio de 2052.

Maxwell Chase sabía dónde debía ir pero estaba paralizado por el miedo. Recluido en su piso desde la inescrupulosa tortura de aquel agresor, había pasado los últimos días con un ritmo de vida muy alejado de su desenfreno habitual; no salía a las discotecas, no ejercía sus dotes de seducción con voluptuosas chicas, no usaba su costoso coche para surcar el pavimento de la ciudad a gran velocidad, no asistía a reuniones de trabajo, no hablaba con ningún cliente, no hacía algo por salir de aquel estado de enajenación en que se había sumergido. Eliminó todo contacto con la Red cuando supo quién estaba detrás de todo aquel infortunio, no contestó a los incontables intentos de conexión de su secretaria, incluso ignoró los llamados de Harold Stirling durante los primeros días de ausencia. No le importaba lo que podría pasarle en el futuro inmediato, sabía que no sería algo amable o placentero, pero quería, más bien deseaba, que pasara.

Se dispuso a tomar un poco más de ginebra sintética cuando se dio cuenta que la última botella estaba vacía. Llevaba cuatro días consecutivos de borrachera y presentía que de seguir así su cabeza iba a explotar, aunque eso tampoco le preocupaba porque de cualquier forma estaba muerto. Si no le mataba ese enmascarado por medio de la bomba fluidodinámica, era muy probable que alguien más le hiciera lo mismo que le había pasado a Harry.

Recordó a Harry por tercera vez en dos horas. Si tan sólo le hubiese hecho caso desde un principio, si pudiese retroceder en el tiempo, si tuviese la posibilidad de enmendar sus errores y descuidos, era muy posible que el principal responsable de tanta muerte y destrucción estuviese en una prisión de máxima seguridad. Pero no era así. Estaba muy ocupado asistiendo a fiestas, acostándose con mujeres, estableciendo una cadena de contactos poderosos entre sus clientes, y soñando con poseer a su secretaria.

Lo peor era que no tenía a nadie en quién confiar. Eso lo pudo comprobar cuando alguien canceló todas sus cuentas, borró todo rastro de identificación en la base mundial de datos y le dejó en la bancarrota. Lo había perdido todo porque ese alguien estaba al tanto de todo. No podía solicitar la ayuda del conserje Keaton, puesto que el enmascarado salvaje le había dado una brutal paliza. Estaba solo, completamente solo y desamparado, derrotado ante la idea de que inevitablemente le encontrarían. La idea del suicidio no le parecía adecuada, podía buscar una buena viga y ahorcarse, arrojarse al vacío desde la azotea del edificio, volarse la tapa de los sesos con una pistola, pero no tenía el valor suficiente como para hacerlo. Por eso eligió la agónica espera.

-Buenas noches, Maxwell- Dijo una voz áspera desde una de las tantas ventanas abiertas del piso, rompiendo así el silencio reinante entre el desorden de muebles, ropa y botellas de alcohol.

-Si vienes a torturarme otra vez, te adelanto que prefiero que me mates-.

Schrödinger ignoró el sarcasmo del directivo y avanzó lentamente hacia el sofá donde reposaba aquella humanidad decadente. Sus investigaciones particulares habían arrojado buenos frutos, permitiéndole obtener conclusiones contundentes. Tomó una cereza del suelo, levantó parcialmente su máscara y la comió con avidez.

-¿Sabías que en el puerto encontré esto?- Preguntó el enmascarado luego de lanzar un objeto hexagonal, negruzco y pequeño con veintidós pines metálicos dispuestos de manera equidistante en su perímetro. El hexágono cayó toscamente en una mesa de aluminio situada a la vista de Maxwell –Había miles de estos en un contenedor para transporte marítimo con destino a Indonesia. Lo curioso del caso era que las tríadas del Barrio Chino estaban custodiando una docena de esos contenedores ¿no te dice eso algo?-.

-No lo sé. Dímelo tú… Tú eres el detective…-.

-Podrías empezar diciéndome qué demonios hace la mafia china con mercancía de la Corporación Ikari, empresa en la que casualmente tú trabajas-.

-Es un implante neural de nueva generación… Concretamente es el modelo de alta calidad que se está usando para el plan de distribución mundial…-.

-¿Plan de distribución mundial?- Bajo la máscara, Schrödinger fruncía el ceño.

-¿Acaso no ves las noticias, Spiderman?- Bromeó Maxwell con sarcasmo y con una risa leve y forzada –Lo han anunciado en todas las televisiones holográficas… La Corporación Ikari ha vendido millones de estas unidades a un coste muy bajo, además de financiar las operaciones de instalación en el cerebro del interesado-.

-¿Qué clase de porquería hace ese implante neural?- Gruñó el enmascarado mientras zarandeaba bruscamente al directivo.

-¡Y yo qué sé! ¿Conectarse a la Red?-.

-No juegues conmigo, basura- Amenazó el justiciero dejando caer a Maxwell sobre el sofá. Extendió las manos con las palmas hacia arriba y los dedos ligeramente separados, con un ruido imperceptible, diez cuchillas de bisturí, puntiagudas, de doble filo y de apenas cinco centímetros de largo, emergieron de los compartimientos de sus dedos.

-Si lo supiese, ya te lo hubiese dicho ¿no crees?- Dijo el directivo sin dejar de mirar los diez objetos cortantes que se cernían con amenaza.

Schrödinger bufó exasperado e impaciente.

-¿Recuerdas a Harry?- Prosiguió Maxwell con expresión ausente –Te comenté que quería verme…-.

-A mi casi me mata- Contestó el enmascarado ocultando lentamente las cuchillas de su mano.

-Lástima que no haya terminado el trabajo… El punto es que recibí un mensaje de su parte, cifrado mediante un código antiguo-.

-¿Dónde está ese mensaje?-.

-He allí el quid de la cuestión, Batman... ¿Piensas ir a dónde sé que debemos ir y enfrentarte a quien creo que está tras todo esto?-.

-No me conoces, imbécil-.

Maxwell Chase se sintió desorientado por momentos. Quizás era por los efectos secundarios de la ginebra mezclada con ron y vodka, quizás era por la mezcla de miedo e impotencia aprehensiva que le invadía a consecuencia de su debilidad. Sabía el “quién”, pero desconocía el “cómo” y el “por qué”. No tenía la más mínima idea de la forma en que debía proceder. No podía acudir a la policía debido a que no disponía de pruebas suficientes para detener a la mente maestra, tampoco podía presentarse frente a esa persona y acusarle de algo que ignoraba. Lo único que sabía era que ese alguien estaba haciendo algo ilícito y, por lo tanto, había que actuar al margen de la ley. No obstante, existía la posibilidad de que Harry estuviese loco y que las muertes de Samuel y Manmohan fuesen accidentales; Maxwell pensaba que de ser cierta esa posibilidad era muy posible que pasara el resto de su vida en una fría y lúgubre cárcel. Aunque esa era una posibilidad muy remota y difícilmente creíble.

-Si te llevo a donde está esa persona… ¿Eres capaz de obtener una confesión?... Es decir… ¿Podrías confirmar o descartar mis sospechas?-.

-¿Acaso no te lo he demostrado?- Preguntó Schrödinger con una voz que provocó fuertes sacudidas en la espalda del fracasado directivo.


Maxwell se había bañado y vestido pulcramente con corbata y traje negro para la ocasión. Avanzó cojeando, gracias a las heridas de su cuerpo que comenzaban a cicatrizar, hasta la enorme puerta que permitía el ingreso a la lujosa mansión victoriana. Pulsó el botón del timbre al tiempo que los últimos rayos de Sol del día se reflejaban en sus gafas oscuras, esperó exactamente seis segundos y se llevó la primera sorpresa de aquella visita. Esta vez no fue recibido por un mayordomo ataviado con elegante uniforme, debido a que quien abrió el portón fue una figura esbelta y hermosa que le hizo palidecer y enmudecer.

-Buenas tardes, Sr. Chase. El Sr. Stirling lleva días esperándole- Dijo Sally Prescott con neutralidad para después observar con desprecio al enmascarado –Veo que ha venido acompañado esta vez, aunque debo notificarle que este sujeto no es bienvenido aquí-.

Schrödinger intentó refutar pero, sin previo aviso y sin ninguna clase de preámbulo, se vio rodeado por un creciente número de hombres asiáticos armados. La joven secretaria sonrío y dirigió un gesto de cortesía a un atónito Maxwell.

-Le aconsejo que no se angustie por su acompañante, Sr. Chase. Preocúpese por seguirme sin hacer pregunta alguna-.

jueves, 30 de junio de 2011

50000 hermosos Nasciturus

Navegando por los profundos mares de Internet, he encontrado este vídeo, sobre el nacimiento de 50000 pulpos.

Cuando se hagan mayores, estoy seguro que serán tan grandes e impresionantes como este.

Saludos cordiales.

Wintermute.

domingo, 19 de junio de 2011

Oper. Capítulo XI.

Diario digital de Schrödinger. El Vértice. 11 de Julio de 2052.

-Verá, Sr. Chase… Si algo positivo dicen los medios de comunicación de mí, es que siempre obtengo lo que quiero. Lo cierto es que el secreto de semejante resultado se basa en que tengo mucha paciencia, así que no me obligue a demostrarlo-.

Me estaba cansando de ese afeminado chillón. La información que me había suministrado Maroni le conducía directamente a él, como el ordenante y emisor de la transferencia hecha a través del banco de Buenos Aires ¿Un asesinato estratégico, quizás? Era posible que Manmohan estuviese realizando un trabajo más eficiente que este desgraciado, o que hubiese descubierto algún desfalco y alguien quería deshacerse de él contratando a dos matones sin escrúpulos. Tenía tiempo para logar una confesión satisfactoria y estaba en lo cierto cuando pensaba que ese tal Maxwell Chase estaba metido hasta al cuello o, al menos, sabía algo. Con el soplete de fabricación casera, calenté la punta del cuchillo hasta que se volvió rojiza. Cuando se la mostré a ese miserable ricachón, percibí cómo sus latidos aumentaban a niveles insospechados.

-Hábleme de ese mensaje, “MP. 14–J” ¿Qué quiere decir?- Pregunté innecesariamente, puesto que en efecto conocía su significado.

-Escuche… Creo saber quién es usted… Pero me parece que se equivoca de persona… Yo no…- El bastardo calló cuando coloqué la punta ardiente en su pierna. En cámara lenta, vi cómo apretaba los dientes al principio y terminaba con un agudo grito.

Magnífico. Música para mis oídos.

-Le voy a ayudar- Hablé despacio, dejando que mis palabras hicieran mella en su voluntad y fortaleza –MP corresponde a las iniciales de Manmohan Patil. 14–J es una fecha, específicamente el 14 de Junio, día en que estaba pautado su homicidio consumado ¿recuerdas algo ahora o quieres que te refresque la memoria?-.

-Escucha… Yo… Yo…- El impío jadeaba y su respiración era entrecortada.

Normalmente las personas que tienen un cierto aire de culpabilidad permanecen agitadas y llegan a un punto de quiebre en que lo confiesan todo. Este sujeto estaba hecho un desastre, pero aún así las pulsaciones comenzaban a estabilizarse. En ese instante comencé a sospechar que posiblemente había algún elemento o detalle oculto. Intuí que aparentemente quería hablar, así que dejé que él mismo tomara la iniciativa.

-Me iba a reunir con Manmohan… No recuerdo si ese día o el anterior… Pero te juro que yo… Yo no le maté ni le pagué a alguien para que lo hiciera…- Hizo una pausa que me pareció forzada y prosiguió con lentitud –Respecto a la cuenta de Buenos Aires… Trabajé un tiempo con un ejecutivo que se encargaba de los negocios en Suramérica… Él me llamó hace poco y me pidió que le visitara en su casa… Es la verdad-.

-¿Quién es y dónde está?- Pregunté con voz gutural, haciendo énfasis en mi enfado.

-No muy lejos de aquí… En Unter den Linden Boulevard… Habitación 101… Se llama Harry… Harry Zimmerman…-.

Me levanté paulatinamente, haciéndole notar la superioridad que ostentaba sobre él. Su corazón ya latía con normalidad, no obstante tenía cierto recelo a creer su versión. Las fuentes de Maroni eran fiables, pero no dejaba de preguntarme si este hombre pudiese ser un simple títere de alguien más. Resolví que no debía dejarle libre y a sus anchas, así que para garantizar su lealtad concluí que lo mejor era hacer un trato con él. Dejé el soplete y el cuchillo a un lado, extraje de mi gabardina una jeringa neumática y le mostré el líquido transparente contendido dentro de la misma.

-Durante la última guerra hubo un científico que diseñó, tras arduos años de investigación, una bomba fluidodinámica como esta. Básicamente consiste en un fluido compuesto por un químico de alta densidad que, al reaccionar con el torrente sanguíneo, quintuplica la presión de las venas, afectando la irrigación de sangre en el cerebro, entre otras cosas. La sustancia contiene también un ácido que permite disolver los órganos más importantes, como el páncreas, el hígado y el corazón en última instancia. Dado sus efectos letales y crueles, su uso quedó prohibido cuando llegó la paz-.

Maxwell Chase escuchó con espanto y horror mi exposición. Me encanta la sensación que produce dicho discurso en mis ajusticiados e, inevitablemente, la de ese niñato fue inolvidable. Por si fuera poco, recordé que había empleado estas palabras con el Don siciliano hace unas semanas atrás. Me acerqué a mi presa, quien suplicaba clemencia, le di una bofetada, le puse de rodillas y clavé la aguja de la jeringa en su nuca, escuchando con satisfacción sus alaridos de dolor. El fluido fluyó gradualmente y cuando acabé con mi tarea, dejé que el estúpido cayera pesadamente en el suelo para que siguiera escuchando mi explicación.

-En estos momentos parte del líquido debe estar alojándose en tu hipófisis, por lo que es probable que sientas un pequeño hormigueo en tu cabeza- Hice una pausa para arrodillarme, mirarle directamente a los ojos y mostrarle el control remoto con un botón rojo –La bomba fluidodinámica no tiene ningún efecto si yo no la activo por medio de este control ¿lo ves? Así que te voy a proponer un trato. Le haré una visita a Zimmerman de tu parte, mientras tanto tú averiguarás si algún amigo tuyo del trabajo está involucrado en el homicidio de Manmohan ¿me entiendes?-.

El perdedor asintió débilmente. Me agradó ver su deplorable estado de derrota.

-No intentes traicionarme, Maxwell, porque de lo contrario no me costará nada matarte. Recuerda que siempre estaré vigilándote, siempre estaré muy cerca de ti-.

Guardé mis instrumentos de trabajo y abandoné el lugar dejando a ese ejecutivo llorón a su suerte. Bajé por las escaleras de emergencia con tranquilidad, salí por la parte trasera del edificio y revisé el contenedor de basura donde se encontraba el conserje todavía inconsciente, con su destrozado brazo protésico de fuerza retroalimentada. No quería agredirle, pero él me había descubierto cuando pretendía ingresar al conjunto residencial y sus modales no fueron los más adecuados.

Camuflándome entre la oscuridad melancólica, llegué a mi segundo destino de la noche. Se trataba de un edificio más pequeño y modesto, tenía solamente quince plantas y carecía de un hostil portero. Con la ayuda de mis garras escalé la estructura hasta la azotea e ingresé al complejo. No tardé en encontrar la habitación 101, alarmándome al darme cuenta de que la puerta estaba maliciosamente entreabierta. Tomé con precaución mi escopeta recortada y penetré con cautela en el piso de Zimmerman, tan solo para darme cuenta de que alguien había volteado todos los muebles y vaciado los armarios. En el único sofá que estaba intacto había un hombre anciano con la carne del cuello desgarrada, los ojos impávidos y las manos inertes cerradas. Revisé sus bolsillos para encontrarme con la realidad de que se trataba de Harry Zimmerman.

¡Maldita sea! ¿Qué había pasado aquí? ¿Era esto una obra del fulano Maxwell Chase? ¡No! Ese cobarde no era capaz de llevar a cabo un acto de esta naturaleza, además la sangre del cuello de la víctima estaba fresca, por lo que intuí que el incidente había pasado hace pocos minutos. Alguien se había adelantado y era muy posible que todavía se encontrara cerca.

Sin previo aviso, sentí un ruido molesto y estridente. Temiendo lo peor, volví la mirada hacia el lugar de origen y observé que el temporizador digital de una bomba incendiaria se acercaba peligrosamente al cero. Tenía únicamente diez segundos. Corrí hacia la ventana más próxima, rompí el cristal e inicié la caída al vacío, sintiendo a mis espaldas cómo una enorme bola de fuego destruía tres plantas en escasos segundos.


Estoy molesto. Muy molesto. Alguien mató a Zimmerman, usó a Chase a su antojo y se atrevió a asesinarme en el proceso. Ese alguien lo va a pagar muy caro. De eso estoy completamente seguro. Emplearé todos los medios necesarios, incluso si tengo que barrer toda la escoria de esta maldita de ciudad.

domingo, 12 de junio de 2011

Aelia Capitolina

He encontrado una interesante galería fotográfica llena de fotos asociadas a cómo era la Tierra Prometida a principios del siglo XX.







Dejando de lado la sorpresa de encontrar nieve en el territorio supuestamente prometido por Dios a los descendientes de Abraham, me gustaría hacer algunas puntualizaciones históricas que podrían ser de interés.

En primer lugar, las fotos de esta ciudad no se corresponden con la misma urbe en la que murió Jesús. Se trata de la ciudad construida por orden del emperador Adriano en el año 131, luego de su visita a la provincia de Siria Palestina, y que sería bautizada como Aelia Capitolina. Esta colonia romana y de corte pagano, se edificó sobre las ruinas originadas a raíz de los conflictos y revueltas de las legiones imperiales con los judíos, como por ejemplo la decisiva y sangrienta Rebelión de Bar Kojba, sucedida entre los años 132 y 135, y motivada fundamentalmente por la construcción del templo de Júpiter en el corazón de Aelia Capitolina.

Entre las consecuencias de estos hechos, se encuentra el asentamiento definitivo de una guarnición de la Legión X, conocida como Legio X Gemina, encargada de proteger la colonia hasta el final de los días del Imperio Romano. Muy posiblemente, Aelia Capitolina luciría el estandarte que esta legión poseía a principios del siglo V, atendiendo a la Notitia Dignitatum.



Adicionalmente, los romanos prohibieron a los judíos vivir en la ciudad, proscripción que continuó hasta el siglo IV, con Constantino, y que se prolongó durante diecinueve siglos con la diáspora judía. No sería hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando algunos pensadores como Theodor Herzl o León Pinsker propusieron remediar la disgregación judía mediante la creación de un Estado Nacional para el pueblo judío. Esto llevó a la creación del movimiento sionista y el posterior levantamiento del Estado de Israel en 1948.

Volviendo a las fotografías y su relación con la colonia romana, hasta la Vía Dolorosa, la calle por donde según se cuenta Jesús arrastró la cruz, es una calle romana sin conexión alguna con el Jerusalén antiguo, como todo lo demás en ese lugar; para ser exactos, un ramal del decumanus maximus según la urbanización imperial estándar.

Seguramente y atendiendo a la creencia cristiana, el viacrucis que siguió Jesús hasta su crucifixión no tiene nada que ver con la distribución de calles de la colonia, vista a modo ilustrativo en el mosaico del siglo VI en la que se aprecia el Cardus Maximus, la calle principal que comenzaba en la puerta norte, la actual puerta de Damasco, y atravesaba la ciudad hacia el sur.



En cualquier caso, estas fotografías muestran cómo era la vida a principios del siglo pasado en aquella tierra, apreciando costumbres netamente rurales, cotidianas y campestres.







Fotografías que contrastan y a la vez se funden armónicamente con la arquitectura y el frenesí urbanístico actual, presente en la Aelia Capitolina contemporánea.



REFERENCIAS

[1] La Pizarra de Yuri. El origen de Dios.
[2] Wikipedia.
[3] Dión Casio. Historia Romana. Obra completa. 2004.

jueves, 9 de junio de 2011

Simplemente... Les Paul.

Hoy he encontrado otra grata sorpresa del Google. En concreto, me refiero al homenaje hecho al guitarrista de jazz y pionero en el desarrollo de instrumentos musicales eléctricos: Les Paul.



Definitivamente, I'm sitting on top of the world.

lunes, 6 de junio de 2011

Oper. Capítulo X.

Montes Cárpatos. Noviembre de 1897.

-Le comprendo perfectamente, doctor van Helsing- Habló el Duque con pausa e intuyendo lo que estaba a punto de pasar.

Se había enamorado luego de muchos años de existencia maldita. Había sucumbido a muchos placeres, pero nunca había retomado el vicio del amor. Ése fue un error que le llevó a la destrucción de un ritmo de vida que había mantenido durante años. Desde su llegada a Valaquia, el Duque sintió especial predilección por esas tierras verdes, frías y húmedas, así que no tardó en asentarse en una maravillosa región rodeada de altos árboles y elevadas montañas, estableciendo su vivienda en un antiguo e imponente castillo de ventanas góticas, laberínticos pasillos iluminados con antorchas, paredes de piedra y naves profundas. El acceso al castillo estaba restringido a través de un puente largo y ancho que culminaba en una gran y pesada puerta de madera.

Los habitantes de aquella localidad eran supersticiosos y tenían muchas tradiciones que no dejaban de fascinar al Duque. Algunos decían que en el castillo vivía un conde perverso que había caído en desgracia, unos pocos profesaban que un muerto viviente acechaba por las noches en poblados y aldeas, otros hacían señales de todo tipo con las manos y portaban toda clase de amuletos para protegerse del mal que irradiaba el demonio. Demonio. Le llamaban demonio aunque el Duque no sentía ningún rencor por ello, por el contrario, le gustaba sentir el miedo en sus semejantes, era una sensación que le excitaba y le hacía disfrutar mucho más de su sed de sangre, cuando salía por las noches a buscar su sustento. Había aprendido a controlar su sed y sus necesidades, las cuales habían mermado con cada año que pasaba. Ya no necesitaba atacar todas las noches a una víctima diferente, en ocasiones transcurrían meses antes de morder a alguna en el cuello, en la muñeca o en la garganta. Descubrió que podía dormir mejor si descansaba en un ataúd de madera, la geometría del mismo le ayudaba a apaciguar los dolores de su espalda, le auxiliaba a suprimir cualquier pesadilla y contribuía a que pudiese conciliar el sueño con mayor facilidad. También pudo ser capaz de transmitir su pena a otras personas a través de un método que encontraba estimulante; debía morderlos primero y después darle de beber de su propia sangre. De esta manera pudo darle una nueva vida a tres mujeres que no tardaron en ser sus concubinas.

Se interesó también por la compra de propiedades en zonas remotas. Adquirió algunos terrenos en Budapest, Lugo, Múnich, y Lisboa; compró viviendas en Southampton, Milán, Viena y París. Quería comenzar un viaje a lo largo de todo el continente, con el propósito de ver con sus propios ojos los cambios que sufría la sociedad europea ante la introducción del maquinismo, las consecuencias de las revoluciones y las penalidades de las pestes y enfermedades. Fue a raíz de tales intereses que conoció a un abogado proveniente de la acaudalada Inglaterra, país responsable de sus torturas y penurias. El abogado en cuestión era muy joven y apuesto, sustituía a un procurador inglés que se hallaba muy enfermo para entonces, pero hizo las preguntas indebidas y pecó de curiosidad. El Duque, contrariado y disgustado, le retuvo en contra de su voluntad bajo la continua vigilancia de sus concubinas.

Fue en ese momento cuando decidió emprender un nuevo viaje. Habían pasado incontables décadas desde la última peregrinación y el deseo de conocer nuevos horizontes le había invadido con ambición. Comenzó visitando el lugar donde todo había comenzado, el bosque donde había sido condenado a la eterna negrura y a las tinieblas. En su ofuscada mente, evocó los ruidos de batallas olvidadas, los alaridos de muerte de aquellos que habían fallecido bajo ideales de libertad, los silbidos de las saetas que ocultaban la luz del Sol, el choque de relucientes espadas, el galope de bellos caballos y el color rojo carmesí de aquellos malignos ojos profundos. Abandonó tierras escocesas y se dirigió hacia el sur. Fue en Whitby donde tuvo inicio su perdición. Allí se enamoró de una hermosa y cándida joven, se convirtió en esclavo de pasiones humanas, se volvió completamente insano ante la belleza de una sencilla dama que le había cultivado. No obstante, la ironía del destino quería que esa atractiva joven fuese la mujer de aquel abogado inglés.

-Tu reinado de maldad ha terminado y el daño que has proferido pronto dejará de existir, así podrás encontrar finalmente la paz- Dijo el anciano del grupo con una mirada triste y benevolente.

El Sol se ocultaba progresivamente en la cima de las inhóspitas montañas, proyectando las sombras de aquellos que le habían derrotado. Desde su ataúd, el Duque observó a la mujer con vehemencia, y sintió un arrojo de renovado ímpetu cuando detalló que en su frente se había dibujado la marca de una hostia bendita. Sin embargo, sabía que no podía hacer nada, cuando se dio cuenta de que el valiente abogado le apresaba el cuello con un afilado cuchillo, al tiempo que un americano herido situaba una daga a la altura del corazón, gélido y paralizado.

-¿Maldad?... ¿Os habéis visto a vosotros mismos? Yo no soy más que un producto de la barbarie humana ¿Acaso no os dais cuenta de cuántas personas han muerto a lo largo de la historia a consecuencia de la estupidez de los hombres? Vuestra ambición ha sido, es y será la principal causa de vuestro exterminio- El Duque hizo una pausa y disfrutó de la que pensaba que sería su última noche sobre la tierra –Haced vuestro trabajo, Sr. Harker… No dudéis porque solo tenéis una oportunidad. Lo mismo digo de usted, Sr. Morris. Sé que le duele la herida que le han proferido mis valientes cíngaros, pero le insto a no fallar porque de lo contrario serán otras las que dolerán aún más-.

-No dudes de ellos, Conde- Replicó el afable anciano con respeto –Pero sí duda de tu creencia. La humanidad no es tan horrible como afirmas-.

El Duque sonrió amargamente.

-Vivan vuestras vidas en una mentira de paz y dejad que yo conozca finalmente la verdad de la muerte-.

El Duque mantuvo los ojos abiertos y su férrea voluntad sin proferir ni una sola palabra adicional. Ni siquiera gritó cuando el abogado inglés le cercenó la garganta con el cuchillo y el americano le clavó el puñal en el corazón.

sábado, 21 de mayo de 2011

Los puentes extensiométricos de Madison

¿Qué conexión puede existir entre una relación extramatrimonial ocurrida en Iowa con la medida de esfuerzos en un elemento mecánico o alguna pieza en una estructura?



Los puentes, sin duda de ningún género. No obstante, no me refiero a un puente para el paso de peatones, vehículos o ciclistas. Me refiero a puentes extensiométricos, utilizados para conocer los esfuerzos y deformaciones que sufre un elemento cuando se ejercen cargas exteriores sobre él. Para ello es necesario el adaptar a la zona en la cual se quiere determinar esos esfuerzos un transductor que trasforme la magnitud física a medir en una magnitud que nos permita evaluar su valor, normalmente una medida eléctrica. Uno de los tipos de transductores más empleados para este tipo de medidas son las bandas extensiométricas.



Las bandas extensiométricas son elementos de tipo resistivo. Su funcionamiento se basa en el cambio de resistencia eléctrica que sufre un hilo conductor al variar su longitud. Por tanto, se puede determinar la variación de longitud que experimenta la banda midiendo la variación de resistencia que presenta. De esta forma, existirá una relación directa entre la deformación que sufre la banda y la variación de resistencia eléctrica.

Consta de una pista conductora, la cual está dispuesta de forma que el hilo conductor presente una gran longitud en la dirección en la que se quiere medir. Las zonas de las curvas de los hilos, donde comienza otra vuelta, es una zona gruesa a fin de disminuir lo más posible la sensibilidad transversal de la banda. Esta pista conductora acaba en dos terminales donde se sueldan los cables que la deben unir al circuito de medida. Todo este conjunto conductor esta sostenido por un material aislante que es el que proporciona el soporte para su pegado. Sobre él hay también dibujadas unas marcas que facilitan su colocación en la dirección y posición correcta. Además, algunas bandas tienen una película que protege la zona de medida de la banda formando un encapsulado.



Para el acondicionamiento de las bandas extensiométricas el circuito utilizado por excelencia es el circuito potenciométrico doble, o puente de Wheatstone, que debido a sus características lo convierten en el circuito ideal para estas aplicaciones. Naturalmente, si quisiéramos fotografiar algún puente cubierto, hablaríamos de los puentes de Madison.

Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que las bandas extensiométricas pueden llegar a medir deformaciones del orden del 5%, lo que puede representar incrementos de resistencia que no es posible despreciar al compararlos con el valor nominal de la resistencia. Esto representa que en determinadas aplicaciones la respuesta del circuito deje de ser lineal, por lo que es preciso tener en cuenta este efecto.

Montaje en 1/4 puente

El montaje en 1/4 puente, se emplea cuando se utiliza una única banda activa. Normalmente, es necesario aplicar una etapa posterior de acondicionamiento de cara a completar el puente.



Montaje en 1/2 puente

En el montaje de 1/2 puente se emplean dos bandas activas. Existen multitud de situaciones distintas, pero entre todas ellas podemos seleccionar como ejemplo dos casos particulares. El primero es cuando ambas bandas presentan deformaciones iguales, y el segundo cuando ambas bandas presentan deformaciones opuestas. Como casos particulares cabe acotar un ensayo de tracción simple con dos bandas en la misma sección, y el caso de una viga en flexión respectivamente. En estos dos ejemplos, el montaje del puente de Wheatstone no puede ser el mismo, sino que cada banda debe ir colocada en la rama del circuito adecuada, puesto que de lo contrario se obtendrán tensiones de salida nulas a pesar de la deformación del elemento.





Montaje en puente completo

En el montaje en puente completo se emplean cuatro bandas activas. Lo habitual es escoger las cuatro bandas iguales, aunque en ciertos montajes únicamente es necesario que lo sean por parejas. Los ejemplos que se citan a continuación representan el primero de los casos.

En el montaje para tracción/compresión se desea medir la deformación longitudinal de una barra sometida a tracción o compresión. Si se desea que el montaje tenga la máxima sensibilidad posible, se llega a una configuración como la representada en la figura siguiente.



En el montaje para flexión se considera el caso de una viga empotrada y sometida a flexión. Al igual que en el caso anterior, si se desea que el montaje tenga la máxima sensibilidad posible, la configuración necesaria es la representada a continuación.



La aplicación de cualquiera de estas tipologías de puentes dependerá exclusivamente de las necesidades a tener durante un ensayo. Más adelante os hablaré de ejecuciones concretas y de cómo calibrar el puente con el propósito de obtener su sensibilidad.

De momento, nos quedaremos con un intenso romance de cuatro días entre un fotógrafo de puentes y una madre italiana.



Referencias


[1] Alfonso Corz Rodríguez, Fernando García Sánchez. Extensometría y fotoelasticidad. 1997.
[2] Mateu Martín Batlle. Extensometria II. Mesuraments. Universitat Politècnica de Catalunya. Servei de Publicacions. 1992.

viernes, 20 de mayo de 2011

El regreso del hijo pródigo

He estado fuera de este mundo durante más de un año, lo cual constituye un motivo suficiente para pedir disculpas a mis lectores invisibles. Durante mi ausencia, he visto cosas que los mortales no se imaginan: el ascenso de líderes virtuales que pretenden alcanzar límites fuera de su entendimiento, he contemplado trenes accidentándose más allá del triángulo de Alcázar de San Juan, he visto señales de pulsos de tensión para obtener registros de velocidad, he analizado espectrogramas centelleando en órdenes proporcionales a la relación de transmisión de una reductora.

Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas, en la lluvia. Es hora... de resurgir de mis cenizas.