domingo, 16 de enero de 2022

Five Parsecs From Home. Episodio 10: Prueba Beta-Omega acelerada.

 Bitácora de travesía S-602B. Apuntes de Malcolm “Cap” Zukhov.

Me estaba quedando sin opciones con Dietrich. Ya no sólo era un peligro para sí mismo, también lo era para cualquier de nosotros. Sus últimas acciones nos estaban colocando en una posición incómoda y me decantaba por expulsarle del Alatriste sin ningún otro miramiento.

Eso me ponía en un aprieto como es evidente, puesto que no sabía con certeza cómo iba a reaccionar el resto de la tripulación.

En cualquier caso, tenía la decisión tomada.

Digo tenía, porque cuando estaba a punto de ejecutarla, unos funcionarios de Unity se apersonaron en la dársena donde estaba atracada nuestra nave. Dos armarios de gran tamaño y con ojos sintéticos escoltaban a un sujeto de tez negra, con dos manos protésicas de última generación.

-Buenas tardes. Mi nombre es Alberto Jung-Espinosa- Se presentó con un tono de voz delicado y suave, de clase hipócrita -Soy un oficial de octava categoría en la Agencia-.

Desde luego no sería su amigo.

“Contrainteligencia” Pensé, previendo lo peor y estimando que quizás en unas horas estábamos en un calabozo.

-Veréis, llevamos monitorizando vuestras actividades desde hace un tiempo. Quizás demasiado, para nuestros intereses-.

Hizo una pausa y comenzó a mover sus manos artificiales, generando un holograma de colores vivos y brillantes. Algunas imágenes comenzaron a proyectarse: el enfrentamiento con los Mercenarios Tormenta de Sangre, el rescate en mitad del desierto o el tiroteo en el Club Costa Verde.

Si la fuerza de Unity quisiera arrestarnos, ya estaríamos en mitad del trayecto hacia una mazmorra en Trántor y el Alatriste confiscada.

-¿Y?- Sombra frunció el ceño.

-Nos sorprende que un grupo de mercenarios haya llegado tan lejos- Alberto se encogió de hombros -Ya que estáis siendo tan activos, al Gobierno Central de Unity le gustaría contar con vuestros servicios-.

-Estamos abiertos a todas las opciones- Replicó James con cautela.

-¿Incluso las ilegales?- El funcionario se río por lo bajo.

-No sé a qué te refieres- Le respondí con indiferencia.

Movió sus manos y el escenario holográfico cambió. Ahora se veía la panorámica de lo que parecía ser algún tipo de factoría. Una enorme estructura de acero acompañada de pantallas y plataformas. En el centro una gran figura predominaba en la estancia. La imagen flotaba en el aire, al tiempo que rotaba muy despacio.

Podía suponer lo que se avecinaba y no me gustaba nada.

-Lo que veis es GigaCorp, una empresa subcontratista donde Unity tiene grandes intereses en fututos proyectos-.

-GigaCorp es un fabricante de armas- Dijo toscamente Nadia.

-Es una de sus ramas, sí- Reconoció Alberto -Pero vuestro próximo trabajo será en la sede de robótica. Veréis, en una de las pruebas recientes sobre el último modelo de robots de carga ha habido un problema con los inhibidores y los robots se han descontrolado. Hasta los momentos hay seis fallecidos, pero nuestro personal de seguridad ha contenido la situación-.

-¿En qué consistió la prueba?- Interrogó Dietrich.

-Eso es clasificado-.

-Reformulo la pregunta, ¿es un sistema de sincronización?-.

-¿Cómo lo has sabido?- El funcionario parpadeó, sorprendido.

Dietrich señaló un punto del robot. De su torso sobresalía un determinado tipo de cable.

-Es un conector RGI 800 para asistencia remota- Prosiguió Dietrich, como si fuera obvio -Desde mi punto de vista, el error en la prueba se debe únicamente a dos factores: mala programación o sabotaje-.

-Vuestro objetivo es detener la destrucción de estos robots. Entiendo que no será difícil-.

-Necesitaremos una lista de compra-.

-Lo que sea- Sonrió el funcionario. Detrás de él, los dos escoltas no se movieron ni un milímetro.


 

GigaCorp… Menudo plan de mierda.

Dietrich había dejado claro que no era un experto en sincronización o en inteligencia artificial, así que el plan podía salir mal. De todas formas, era la única posibilidad que teníamos para llevar a cabo la misión asignada por el gobierno de Unity. No hacía falta decir lo que podría ocurrir si nos negábamos a aceptarla.

Los robots estaban contenidos en una sala de la empresa cerrada con puertas de tungsteno. Según el plan, Dietrich entraría por los conductos de ventilación hasta la sala de investigación, donde intentaría redirigir la IA hacia uno de los robots. Mientras tanto, nosotros abriríamos las puertas y nos cargaríamos a uno de ellos. Al hacerlo, en teoría, el resto quedarían desconectados.

El problema era saber cuál sería el robot.

Lo dicho, un plan de mierda.

Asigné a Yula para que le acompañara. No quería errores o improvisaciones en la dirección equivocada.

Los pasillos de la empresa estaban desiertos, pero a tenor del desorden era evidente que los empleados evacuaron el lugar de forma imprevista y desorganizada. Cuando llegamos al recinto, escuchamos a lo lejos los golpes que impactaban regularmente en las puertas.

Hasta que se abrieron y los robots comenzaron a destruir todo cuanto encontraban a su paso.

Disparamos con toda nuestra artillería y medios. La coraza metálica estaba blindada y era imposible penetrarla. En el PAD recibimos un mensaje:

LA IA CENTRAL ESTÁ EN EL MODELO YG-001.

Según Dietrich, la inteligencia artificial estaba en ese modelo de robot. El mensaje estaba acompañado de un plano general, donde se evidenciaba que el de mayor tamaño era el objetivo. Claro, por supuesto, el más grande. ¿Por una vez podía ser el más pequeño?

No había un efecto práctico contra esos bípedos de gran tonelaje.

Sombra dice que les vio primero, pero Nadia también asegura que aparecieron desde un conducto del techo. Yo estaba ocupado disparando y recargando.

Lo cierto es que Yula y Dietrich atacaron por la retaguardia y, desde su posición, dispararon hacia donde poco después supe que era el punto vulnerable del gigante robótico. En la espalda, donde se guarda la tarjeta electrónica.

Una vez derribado, el resto de las máquinas se detuvieron.

 

Terminado.

-Habéis hecho un trabajo correcto- Dijo Alberto, una vez regresamos al Alatriste -Parece que vuestra reputación es muy bien merecida, aunque los destrozos de GigaCorp han sido mayores a las previsiones iniciales-.

-No es nuestra culpa- Respondí con indiferencia.

-En cualquier caso- Prosiguió -Debéis abandonar ahora mismo Trántor-.

-¿Por qué?- James frunció el ceño.

-Porque lo digo yo. Debéis acudir de inmediato a Kelvin 273-.

-No se nos ha perdido nada en ese bloque de hielo- Repliqué, enfadado.

-Una vez allí, contactar con el Gobernador local de Unity. Tiene un encargo para vosotros-.

-¿Desde cuándo somos empleados de Unity?- Yula tenía los brazos en jarras.

-Podéis quedaros. Pero Trántor no es seguro para vosotros, y honestamente no quiero una matanza. Mucho papeleo y burocracia-.

-¿Por qué no es seguro?- Pregunté.

-Os busca gente nada amigable. Lo estamos investigando-.

Otra vez esa sonrisa hipócrita.

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Tras un tiempo en Trántor toca planificar un nuevo viaje.

Manteneros a la espera porque se avecinan más peligros.

La banda sonora de este episodio.


 Saludos cordiales.

Wintermute.

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