-Soy un hombre de negocios, invierto donde creo que habrá ganancias. El dinero es el combustible indispensable para mover cualquier empresa. Debes entender mi postura…-.
-Vargas, tu trabajo era muy simple- Interrumpió la mujer sin mirarle -Debías acudir a Arrakeen para recuperar el nanosoft que Jack El Sordo debía actualizar-.
-Pero Paula…- Repuso el hombre, mirando de reojo al sujeto que tenía a su derecha.
-Wolfmother para ti- Le interrumpió la aludida.
-¿Qué se supone qué debía hacer? ¿Viajar a ese planeta en plena invasión de los K’Erin? ¡Ellos han…!-.
No notó cuándo el cuchillo se deslizó en su cuello. Al principio apareció una delgada línea escarlata, pero en cuestión de instantes una herida se ensanchó alrededor. Sangre carmesí comenzó a brotar. Vargas se llevó las manos a la zona afectada e intentó hablar, pero sólo pudo escupir sangre.
El sujeto a su derecha limpió el filo de la daga con un pulcro pañuelo blanco.
La mujer siguió tejiendo el jersey, impasible.
En una holopantalla, una voz mecánica sin imagen habló.
-La nueva versión ya tendría que estar cargada-.
-Tengo gente en el terreno-.
-Arrakeen ha sucumbido ante los K’Erin-.
-Pagando la suma adecuada, incluso los K’Erin pueden cooperar-.
-Lo descontaré de tu paga-.
-Y si no se consigue, habrá que trabajar sobre la versión anterior…-.
-Imposible. El diseño de Jack El Sordo le confería autonomía al software-.
En el suelo y tras un último gorgoteo, Vargas fallecía.
-¿Me estás diciendo que en todo Unity no hay alguien capaz de hacer eso?- Wolfmother había arqueado una ceja, incrédula.
-Es una innovación limitada. Las únicas dos personas que sabían cómo hacerlo están muertas- La voz parecía molesta.
-Una de ellas sí, pero El Sordo puede que esté vivo-.
-¿No has visto las noticias? Arrakeen ha sido arrasada-.
-Estamos en un punto muerto entonces-.
-Por tu incompetencia-.
El esbirro había tomado el cadáver de Vargas por las piernas y lo estaba arrastrando fuera de la estancia.
-Habíamos organizado una invasión a Arrakeen y a Nova Vinicius para mantener ocupada a Unity, mientras actualizábamos la Matriz con nuestro software. Ahora Unity está alerta y nos será más difícil actuar-.
-Necesitaremos más tiempo- Habló Wolfmother.
-Sabes de sobra que no tengo mucho de eso. ¿Qué hay de las cucarachas?-.
-Las aplastaré. Tengo un plan-.
-Más te vale-.
La mujer tragó saliva.
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Trántor se dividía en varios distritos, cada uno con sus particularidades e idiosincrasia característica. Puerto Celestial no le hacía honra a su nombre. Era uno de esos escenarios subterráneos donde el crimen y el narcotráfico dominaban por encima de cualquier otra actividad. Además, era la cuna de Anarquía Roja.
En un auditorio, un sujeto de enorme tamaño y envergadura hablaba con voz potente a una masa de exaltados. Detrás de este una gran pantalla mostraba imágenes cíclicas con distintas consignas.
-¡La incursión de nuestros camaradas ha sido derrotada por los perros del sistema! Nosotros debemos contraatacar. No podemos quedarnos impasibles ante este agravio. ¡Debemos destruir el sistema!-.
-¡Uh, ah!- Gritaban los seguidores alzando el puño.
-¿Cuándo atacaremos?-.
-¡Ahora!- Respondió la turba.
La pantalla se apagó y una voz distorsionada habló por el sistema megafonía.
-Creo que estáis enfocando mal vuestra ira-.
-¿Quién eres?- Los gritos de la muchedumbre no se hicieron esperar.
-Una persona amiga. La policía no ha frustrado vuestro intento de secuestro reciente. Han sido un grupo de mercenarios independientes-.
La pantalla pasó a mostrar las imágenes de tres hombres y tres mujeres.
-Ofrecemos una suculenta recompensa a quien consiga las cabezas de estos seis mercenarios-.
Vítores de rabia resonaron entre los miembros de Anarquía Roja.
En una lejana sala, Wolfmother sonreía.
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