miércoles, 10 de noviembre de 2021

Five Parsecs from home. Episodio 6: Juegos peligrosos.

 Bitácora de travesía C-598S. Apuntes de Nadia Malkovich.

 

Éramos simples peones en un tablero muy sangriento.

Se llamaba Hans Vargas y afirmaba ser un comerciante de bienes inmuebles. Lo cierto es que los callos y cicatrices de sus manos delataban que, en un pasado quizás próximo, ese sujeto había matado. Los callos de los dedos de apretar gatillos mal ajustados. Las cicatrices por las quemaduras leves de pólvora barata.

-El encargo es muy simple- Decía Vargas, mientras un hilillo de humo salía de un ridículo cigarrillo -Debéis llevar este nanosoft con 1000 TB al depósito de chatarra de Jack El Sordo. No está muy lejos de aquí-.

-Si es muy simple, ¿por qué no lo hace usted mismo?- Preguntó James, torciendo la mirada.

-¡Oh, no! No deben verme en esa clase de sitios- El gesto de sorpresa de Vargas fue excesivamente fingido -Veréis, pienso comprar ese antro para construir allí una escuela. Los niños necesitan educación-.

Frente a él había una holopantalla desplegada y mostraba una puerta de acceso en el suelo. Probablemente llevaban a algún búnker.

-La contraseña de la portezuela es 112358. Es una botonera antigua. Tecnología precaria pero efectiva-.

-¿A quién se le ocurre fijar la serie de Fibonacci como una contraseña?- Interrumpió Dietrich.

Vargas no se inmutó. Conocía esa frialdad asesina. Yo misma la practicaba.

-A veces lo obvio pasa desapercibido- La sonrisa era maliciosa.

-Cobraremos por adelantado- Zanjó Mal.

Callahan decidió quedarse por los alrededores. El madero empezaba a caerme bien, pero no dejaba de ser un completo idiota. Nos encaminamos hacia ese basurero, pero el asunto no pintaba del todo bien.

 

En el atolladero.

-No me gusta, hermana- Me dijo Yula en algún momento.

-A mi tampoco- Acordé -Oye Mal, ¿por qué no cogemos el dinero y nos vamos de este cuchitril?-.

-Porque ese tal Vargas viene es un amigo de Wolfmother- Respondió con razón -Ella nos ha recomendado y, por lo pronto, me parece que debemos estar de su lado-.

-¿Os habéis fijado en sus manos?- Dijo James, aferrando el laser beam.

Nadie dijo nada. No muy lejos de allí, en un horizonte de colores marrón y arena, unas sombras alargadas se proyectaban bajo uno de los dos soles de Arrakeen. La mayor de ellas debía medir unos tres metros de altura.

Del asombro, pasamos a la cautela. De la cautela a la necesidad de sobrevivir.

-K’Erin- Masculló Sombra.

En efecto, un escuadrón bien formado de soldados K’Erin avanzaban hacia nuestra posición. No nos encontrábamos lejos de nuestro objetivo, pero ellos tampoco lo estaban. Lo extraño de todo era que, en apariencia no parecían habernos visto. Su posición era más baja que la nuestra y eso representaba una ventaja temporal para nosotros.

Conseguimos camuflarnos entre las torres de chatarra y los muros desvencijados de ese lugar. Dietrich introdujo la clave en el anticuado sistema y una puerta oxidada chirrió y se quejó ante el movimiento.

Al introducirnos en la negrura de aquel lugar, pudimos ver una luz en el fondo. Provenía de una pantalla halógena de más edad que yo. En la misma se veían varias áreas de la chatarrería.

Una voz monótona pero asustada se escuchó en medio de la oscuridad.

-¿Os han seguido? ¿Os… han seguido?-.

-No- Dijo James, tan diáfano como siempre.

-Bien. No les han seguido… No les han seguido… No les han seguido- Repitió el dueño de la voz.

-¿Eres Jack?- Preguntó Sombra, con el arma ligeramente levantada.

-Sí, pero no soy sordo- Respondió -No les han seguido… ¿Habéis traído el nanosoft?-.

Antes de que cualquiera pudiese contestar, el sujeto siguió.

-Quedáoslo. Wolfmother me dijo que ibais a venir, pero no os han seguido, ¿verdad?-.

En la pantalla podíamos ver cómo los K’Erin proseguían su imparable marcha, rumbo hacia el corazón de Arrakeen.

-Seguid los túneles- Habló Jack -Os llevarán a las dársenas. Iros de este planeta y llegad a Trántor como buenamente podáis-.

-¿Qué hay en Trántor?- Dietrich estaba muy inquieto.

-Lo que tú buscas- Le respondió, mostrando unos dientes amarillentos.

 


Razones para escapar.

 Las dársenas eran una vorágine de desorden y caos. A diferencia de Nova Vinicius, donde cualquiera buscaba una escapatoria a cualquier coste, aquí la gente se dedicaba o al pillaje, o a la bebida o a aprovisionarse de armas.

Callahan nos esperaba al lado de Alatriste.

-Hay noticias de K’Erin por todo Arrakeen- Habló a modo de saludo.

-Les hemos visto- Le respondí con indiferencia.

-Me quedaré a luchar- Dijo, con voz firme -Soy un agente de Unity y este planeta entra en su jurisdicción. Es mi responsabilidad-.

-Vale, pues suerte- Mi hermana se escabulló entre su humanidad y entro en la nave, dispuesta a ponerla en marcha.

-Sé que no he sido bienvenido en vuestra tripulación, pero os aseguro que me he sentido muy bien trabajando con vosotros- Bill intentaba ser solemne.

-No ha sido mutuo- Le espetó Sombra antes de ingresar al Alatriste, acompañada por Dietrich.

-Pues yo te lo agradezco- Fue la respuesta de James, quien le estrechó la mano.

Mal hizo lo mismo. Yo no.

Minutos después Sombra y yo estábamos removiendo los anclajes mecánicos para poder despegar, cuando un sujeto con un ojo infrarrojo apareció. Le miré torvamente, pensando que se trataba de un saqueador o algo peor, pero Sombra me miró y ladeó la cabeza.

-Le conozco. Se llama Many- Le contempló por un momento y preguntó: -¿qué quieres?-.

-Un mensaje para vuestro amigo, el científico, de parte de Wolfmother-.

En la distancia se escuchaban gritos de lucha y los primeros disparos.

-Peter Kingsley- Many sonrió.

-¿Quién es?-.

-Nací y moriré aquí. Soy un arrakeeno por naturaleza- Su ojo infrarrojo se entrecerró -Pelearé por mi parcela… Peter Kingsley… No olvidéis el nombre. Hola y adiós-.

Yula maniobró al Alatriste tan rápido como pudo. Imponentes cruceros espaciales ya inundaban el árido espacio aéreo de ese planeta de arena y calor infernal. Abajo, algunas explosiones ya se estaban produciendo, al tiempo que humaredas erráticas anunciaban otros combates en el horizonte.

-¿Qué demonios pensaba Bill al quedarse allí?- James miraba por una de las ventans.

-Los valientes son los primeros en morir- Le respondí.

Entramos en el hiperespacio en cuestión de minutos. Plegar el espacio requería de cálculos rápidos en una situación como esa. Esperaba que Yula no nos llevase directo hacia el corazón de un agujero negro.

-Tenemos diez horas de hipersueño- Mencionó mi hermana.

“Lo suficiente como para intentar entender qué está pasando”.

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Con esto termina el sexto episodio de esta campaña. Los canallas miserables han perdido a uno de sus integrantes (quizás el más repudiado) y aún desconocen lo que pasará (incluso yo mismo).

Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme.

La banda sonora del episodio ha sido la siguiente.


 

Saludos cordiales.

Wintermute.

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