jueves, 21 de abril de 2022

Five Parsecs from Home. Episodio 18: Conexión terminal.

 Bitácora de travesía K-610H. Apuntes de Sombra Negra.

El plan era una basura infecta, pero era el único plan que se nos había ocurrido.

Industrias Virek era, quizás, el edificio más vigilado de todo Trántor. Al menos eso es lo que aseguraba Dietrich. Por lo tanto, no podíamos ingresar con distorsionadores de rostro, trajes termoópticos o cualquier otro tipo de camuflaje.

A propósito del científico, no era la única que sentía preocupación por su menguante estado. Había pasado días sin salir de la Sick Bay del Alatriste, ensimismado con lo que demonios sea que estaba haciendo. Perdió peso y parecía un adefesio entre esas ropas holgadas. Me había encargado de llevarle algo de comer a diario, más que nada por intentar hacer algo. Los días previos a nuestra incursión fueron un incordio. No podíamos salir de nuestra nave, oculta en una dársena con credenciales falsas. Ninguno de nosotros quería correr el riesgo de que nos detectaran.

Las ojeras de Dietrich y el tono pálido de su piel me mostraron a un hombre acabado físicamente, con ojos vidriosos y secos. Apenas probaba los alimentos, uno o dos bocados. Incluso no reaccionaba cuando le reñía. Simplemente no estaba con nosotros.

Pero aquella noche tenía un semblante decidido, determinado probablemente a conseguir lo que ocurriría después, si es que alguno de nosotros puede entenderlo.

Me estoy adelantando a los hechos.

La recepción del edificio estaba desocupada como era evidente para esas horas. Un par de guardias jurados, armados con revólveres eléctricos y con músculos acelerados por drogas estimulantes, nos recibieron con toscos modales.

-Queremos hablar con Josef Virek- La voz de Dietrich era un susurro.

-El Sr. Virek no atiende visitas, ¡marchaos!- Los modales no eran la espacialidad de esos guardias.

-Tenemos algo que le interesa- Apostilló Mal, mirando fijamente a una cámara.

Un incómodo silencio fue la continuación de esa conversación inútil. Los dos sujetos parecían estar escuchando a alguien en los auriculares de sus oídos. Se miraron mutuamente antes de asentir.

-El Sr. Virek os recibirá en persona- Concluyó uno de los cavernícolas.

Uno de ellos nos encaminó hacia un ascensor.

-¿Vais armados?- Preguntó.

-Si- Respondió Nadia, sin mirarle fijamente.

-No permitimos armas aquí-.

-No seguimos las políticas de su empresa- Le replicó, despreocupada.

Sonreí.

El guardia bufó exasperadamente y volvió a asentir. Era obvio que alguien le había transmitido instrucciones adicionales por el auricular.

Nos guio por una serie de pasillos y salas, laboratorios donde se fabricaban Soulless y otros tipos de androides avanzados; cadenas de montaje con diferentes usos, desde el ensamblaje de tanques magnéticos hasta armas atómicas.

Resultaba evidente que el paseo era una amenaza directa.


Distintas vistas de un mismo conglomerado empresarial. Si querían cansarnos con esa larga caminata, no lo consiguieron.

El camino culminó en una sala amplia, con una holopantalla en el fondo y una decena de terminales y ordenadores encendidos, mostrando el logo rojo y blanco de la megacorporación.

Delante de la pantalla, en una silla mecánica con ruedas, un anciano nos miraba fijamente. Su cuerpo en general era frágil, y al menos cuatro agujas perforaban sus brazos y le suministraban fluidos de distintos colores, quizás medicinas y nutrientes para mantener con vida a semejante engendro.

-Buenas noches, damas y caballeros- Su voz sonaba enferma y afónica -Finalmente nos conocemos en persona-.

-Créame, no es algo de lo que me sienta orgullosa- Le espeté sin más preámbulos.

-Una pena, porque mi sentimiento es de la más profunda admiración- Respondió -He invertido mucho dinero en buscarlos por todo Unity. No esperaba que vinierais a mi-.

-Sr. Virek, no estamos aquí por nuestro deseo expreso- Mal tenía una mano en la cintura, cerca de su bláster -Estamos agotados de huir, así que hemos venido para zanjar este asunto-.

-Bien, bien… Al grano, como a mi gusta hacer negocios…- Detrás de él, un guardaespaldas le estaba ajustando una de las vías intravenosas, por un momento una mueca de dolor se asomó en el rostro del viejo -Vosotros tenéis algo que yo deseo. Únicamente debéis dármelo y a cambio os pagaré generosamente la cantidad que pidáis-.

-Su oferta es muy buena- Intervino James -No obstante, creemos que lo buscado por usted es invaluable-.

El anciano entrecerró los ojos.

-Recapitulemos un momento- Siguió Mal -Usted y una amiga suya, habéis modificado genéticamente esclavos en Kelvin 273 para organizar un ataque a Nova Vinicius, estáis en la sombra de una invasión de los K’Erin a un planeta de Unity, habéis diseñado una trama de corrupción por todo el universo conocido y, lo más importante para nosotros, nos habéis enviado distintos matones y sicarios. No me parece que usted sea digno de confianza-.

-Su grupo, además, es el responsable de la muerte de mi esposa e hijo- Habló Dietrich con inusitada ira.

-No os pongáis así, por favor- Fue la respuesta del viejo, con una sonrisa que mostraba unos repugnantes dientes amarillentos -En el pasado se han hecho cosas terribles, es verdad. Sr. Grüber, su esposa decidió no cumplir el contrato firmado, así que tuvimos que asumir prácticas de las cuales no me alegro. Desgraciadamente, no era ella quien debía verse afectada, pero esos errores ocurren cuando se confía a gentuza mafiosa la labor que debería hacer uno mismo, ¿no creen?-.

Tenía muchas ganas de dispararle en mitad de esa cara arrugada.

-En suma- Continuó -Veo que tendré que ofrecer una segunda y última oferta. Me dais lo que quiero y saldréis con vida-.

Unos pasos fuertes y lentos retumbaron la estancia. Detrás de la holopantalla una silueta de gran altura apareció, rodeada de un escuadrón de guardias perfectamente armados y con implantes positrónicos. El guardaespaldas por su parte amartilló un rifle de asalto.

-Les presento el nuevo modelo AS/RTX que venderemos a Unity. Hay cien unidades fabricadas, pero esta es la primera que se activa. Por última vez, dadme lo que quiero-.

Ese momento donde no sabíamos si saldríamos con vida todos…

Fui la primera en disparar contra la estructura del tanque bípedo. El resultado fue un fiasco rotundo, pero suficiente para conseguir la cobertura necesaria para separarnos en dos grupos, como habíamos pensado.

Dietrich nos había mencionado su deseo expreso de conectar el resultado de su trabajo durante los últimos días. Le había llamado biosoft, y sea lo que sea, debía introducirlo en una de los ordenadores terminales de Virek, según él, adecuados para acceder a todos los rincones posibles y existentes de la Matriz.

Nuestros agresores también se dividieron, el tanque, el anciano en su silla de ruedas y su guardaespaldas fueron tras Nadia, Yula y Dietrich. Mal, James y yo nos vimos perseguidos por guardias jurados que confiaban en su potencia de fuego.

Los primeros intercambios de disparos ocasionaron que uno de los guardias se desplomara muerto en el suelo antes de que cayera al suelo. Por su parte, el tanque disparaba balas de tungsteno contra mis compañeros. En un gesto de preocupación, James y Mal decidieron que había que acabar con rapidez con los guardias.

 


Lo dicho antes, vaya basura infecta de plan.

 

-¡Dietrich! ¡Dietrich!- Gritaba Nadia, al tiempo que los disparos enmascaraban sus súplicas.

James solicitó cobertura para dar un rodeo. Mal y yo proseguimos con nuestro fuego concentrado en los guardias. El comerciante de Éfira consiguió una postura evidiable para acostarse en el frío suelo y apuntar con el rifle de plasma. Disparó dos veces contra la coraza del tanque bípedo. El retroceso le provocó dolor en el hombro, pero los impactos destrozaron la carcasa del tanque, dejándolo inutilizado.

Yula había acabado con el guardaespaldas y sólo quedaba el viejo decrépito.

Me acerqué a él y le di una patada a la silla con mis botas con suelas de acero, volcándola. El anciano se derrumbó en el suelo tras un quejido.

Fue entonces cuando nos percatamos de lo peor.

El último camino de un científico sediento de venganza.

Dietrich yacía sobre el regazo de Nadia, que hacía lo imposible para contener la hemorragia de su herida en el estómago.

-El PAD… Dadme el PAD ahora…- Gimió el científico.

-No hables, Dietrich- Sollozó Nadia.

-Debo hacerlo…- Repuso, mientras cogía entre sus débiles manos el PAD de Mal.

Me extendió una caja isotérmica y señaló uno de los ordenadores. A simple vista, el biosoft era un nanosoft de esos capaces de almacenar ingentes teras de datos. El científico conectó un cable en su implante neural detrás de la oreja, y me dio el otro extremo para que lo insertara en el ordenador.

-No… No… Hacerlo conmigo… Conectarme a mi… A él no… A mi…- Suplicaba el viejo.

El bofetón que le dio James cortó cualquier otra súplica.

En la pantalla de un ordenador se inició una barra de progreso.

El científico levantó una mano temblorosa.

6 %.

Tomé su mano entre las mías, mientras Nadia le acariciaba la cabeza.

-Ludmila… ¿eres tú?...- Gimió, antes de escupir sangre -No… Eres Sombra…-.

Asentí levemente.

17 %.

-No he sido el más sociable… Pero al menos espero que no os haya dado muchos disgustos…-.

-Los disgustos son parte de nuestro trabajo- Dijo Mal.

29 %.

-No dejéis que me duerma… No hasta que esa barra llegue al 100 %...-.

44 %.

-Pronto los veré, ¿saben?... Esto es lo que deseo…-.

68 %.

-¿A quiénes verás?- Preguntó Yula, con ojos llorosos.

-Eso es… Un secreto…-.

83 %.

-Cuando termine… Destruid el biosoft…-.

-De acuerdo- Accedió Mal.

92 %.

-Hola…-.

100 %.

-…y adiós…-.

ACTUALIZACIÓN COMPLETADA EXITOSAMENTE.

El mensaje flotaba en la pantalla del ordenador. Dietrich suspiró por última vez y un espasmo retorció su espalda, antes de derramar una lágrima que se mezcló con su propia sangre. Coloqué la mano del científico en su pecho y me dirigí a la terminal, donde estaba el biosoft.

Lo detripé con mi bota.

___________________

Este episodio fue difícil. Si una cosa tiene este juego, es que algunos encuentros pueden ser más sencillos que otros, pero no ha sido el caso de este.

De los seis miembros originales, uno de ellos ha tenido un final, así que decidí que lo mejor era describirlo con todo el detalle que merece.

Para aquellos invisibles lectores avezados, seguramente habéis deducido la inspiración de esta última escena.

A propósito de eso, dejo la banda sonora de este episodio. Floating Museum de Ghost in the Shell.

 

Saludos cordiales.

Wintermute.

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