lunes, 21 de septiembre de 2009

Oper. Prólogo.

He escrito una novela. No la escribí pensando en hacer un "best-seller" o en ganar toneladas de dinero contante y sonante. No. Como aficionado, la escribí por el gusto y cariño que siento hacia el vicio de la escritura. La novela transcurre dentro del género de la ciencia ficción, concretamente en el cyberpunk creado por William Gibson durante los años 80 del pasado siglo. No voy a dejar ningún resumen, puesto que prefiero que sean los lectores invisibles de esta bitácora quienes descubran el tema central de la obra. Únicamente me permito aventurar que dicho tema central tiene su génesis en tres historias diferentes, que intentan unificarse en los últimos compases de la historia.

Deseo que la lectura sea de vuestro agrado. De momento, he presentado esta humilde novela en la edición del Premio Ciencia Ficción de la UPC del año en curso, con la idea de recibir críticas constructivas que permitan mejorar mi técnica narrativa y enmendar errores, los cuales seguramente son abundantes y fehacientes.

Gracias de antemano por leer "Oper".

Prólogo

Ebisu, dios japonés de los mercaderes, ejecutivos y comerciantes, bendijo a Nobuhiko Ikari con abundancia, prosperidad y un amplio horizonte empresarial. La Corporación Ikari se había convertido en la compañía postmoderna de referencia, luego de la guerra que azotó al mundo por motivos insulsos y olvidados. Los avances en nanotecnología, biomecánica, telecomunicaciones y cibernética que disfrutaba la nueva civilización, eran principalmente debidas al éxito de las investigaciones de la megacorporación, responsable también de la transformación definitiva de la Red, hacia niveles más sensoriales, intangibles, abstractos y virtuales. Nobuhiko Ikari estaba en la cima de la economía mundial.

Sin embargo, Fottei, el dios protector de la salud, no auguraba buenos pronósticos en la vida de Nobuhiko, condenándole inexorablemente a un viaje sin retorno al Yomi, la tenebrosa tierra de los muertos. Han pasado más de cinco años desde la última aparición pública de Nobuhiko Ikari, quien ahora residía en una lujosa mansión lejos de El Vértice, urbe que cada día pretende ser el punto de encuentro del progreso y el bienestar. Tendido sobre una dura cama metálica y con la mirada ausente, el empresario japonés sentía las decenas de conductos que estaban acoplados a su cuerpo de baja estatura. Tales conductos eran los responsables de inyectar psicotrópicos, medicinas amargas, químicos sintéticos y potentes calmantes, destinados al tratamiento de la incurable y extraña enfermedad que azotaba a Nobuhiko. Su cráneo estaba abierto, dejando al descubierto un cerebro rosa perforado con cientos de finas agujas de punta oblonga, que transmitían los pulsos eléctricos necesarios para mantener en mínimo funcionamiento su sistema nervioso. A simple vista, parecía que Nobuhiko permanecía en un continuo estado vegetativo, indiferente a lo que ocurría a su alrededor, ignorante de los osciloscopios que registraban su débiles constantes vitales, e impasible a los dispositivos que le mantenían con vida. La realidad era que el japonés estaba lúcido, recordaba todo lo que le había pasado, sentía dolor y odiaba a quien le había ocasionado tan deplorable estado. Odiaba al hombre que ahora estaba a los pies de la cama, con una jeringa delgada y corta que contenía un fluido fluorescente.

-Buenos días, Sr. Ikari. Espero que haya descansado muy bien- Dijo el hombre sin esperar respuesta –Las acciones de nuestra compañía se han revalorizado en las principales bolsas del mundo, así que debo darle la enhorabuena porque hoy usted ha amanecido mucho más rico de lo que es. Es una lástima que tanto dinero no sirva para encontrar una cura a su mal-.

El hombre inyectó el fluido en uno de los conductos, provocando fuertes espasmos y convulsiones en el indefenso japonés. Colocó su mano en la frente del enfermo, le susurró suavemente al oído y contempló con condescendencia los alargados ojos vacíos e impertérritos.

-En verdad lamento hacerle sufrir de este modo, Sr. Ikari- Continuó el hombre con semblante afligido –Le ruego que vea su sacrificio como un paso necesario hacia la evolución de la humanidad, como un procedimiento correcto hacia un destino nuevo. Un destino que llevará a feliz término el objetivo que me he trazado a lo largo de estos años-.

El hombre besó con compasión la mejilla derecha del moribundo enfermo, guardó la jeringa con un ademán delicado y lento, y dirigió una última mirada a los costosos equipos médicos que mantenían con vida al afectado, antes de abandonar la habitación. Nobuhiko Ikari odiaba esa mirada. Nobuhiko Ikari odiaba la confianza que le había dado a ese hombre. Nobuhiko Ikari odiaba su agónica existencia. Nobuhiko Ikari sabía que moriría pronto.

2 comentarios:

  1. Muy interesante, Wintermute. Te deseo la mejor de las suertes en el concurso, aunque no creo que la necesites porque aquí hay mucho nivel en lo que acabo de leer, y eso que es solo el prólogo.

    Ya te comentaré cuando vea los siguientes capítulos ;)

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias por tus buenos deseos y por leer, Darkro! Espero que pases buenos momentos de lectura. De momento he agregado hasta el tercer capítulo.

    ¡Saludos!

    ResponderEliminar