sábado, 19 de junio de 2021

Se cierra el círculo

 Se cierra el círculo

 

Limpiar las bujías es, en esencia, una tarea rutinaria. El primer paso consiste en desmontar el cable concienzudamente y limpiar el contorno con aire a presión. El hollín y la carbonilla incrustada en las roscas se elimina utilizando soluciones descarbonizantes de alta densidad. Por último y antes del montaje, un mecánico hábil debe comprobar la distancia del electrodo mediante un micrómetro.

Josh era uno de esos mecánicos hábiles. Por experiencia sabía que esa distancia debe estar comprendida entre los 0,5 y los 0,7 milímetros. Ni más ni menos.

Cuando aquella pareja accedió a su minúsculo taller ubicado en el corazón del extrarradio, en la calle novena, el mecánico estaba ajustando el apriete de la última bujía. Aún le quedaban algunas comprobaciones adicionales, pero confiaba en volver temprano a casa esa tarde.

La pareja la formaban dos individuos ataviados de traje negro y corbata de seda. Si Josh hubiese sido un poco más avispado, quizás habría detectado los bultos que sobresalían de cada ajustada chaqueta, entreviendo pistolas de grueso calibre.

-Buenas tardes, caballeros- Saludó el mecánico, limpiándose las manos con un paño de color indeterminado.

-Buenas tardes. ¿Es usted, Josh Williams?- Preguntó el más alto de los dos sujetos.

-Sí- El mecánico se sintió confuso por un instante.

-Nos han recomendado su establecimiento para una reparación de nuestro coche- Prosiguió el hombre del traje -Verá, tenemos bastante prisa y necesitamos el vehículo arreglado para mañana a primera hora-.

Josh parpadeó repetidamente.

-Se le pagará una cuantiosa suma de dinero por la premura, obviamente-.

-¿Dónde está su coche? Tengo que valorar en primer lugar la envergadura de la avería- Dijo Josh, con suspicacia.

-No hemos venido con él. Se encuentra en la residencia de nuestro mecenas. Le llevaremos allí-.

-No será necesario. Puedo ir en mi propio coche- Replicó el mecánico. Aquello le disgustaba.

-Insistimos en que venga con nosotros- Intervino el segundo sujeto, esta vez con un revólver en su mano.

-Le recuerdo que nuestro mecenas le pagará generosamente- Prosiguió el aparente líder de la pareja, más conciliador.

Josh reflexionó con la mayor rapidez posible. Sin buscarlo, estaba en un buen lío.

-De acuerdo… Iré con ustedes, pero sin saber qué tiene su vehículo no puedo garantizar nada. Debo recoger mis herramientas y…-.

-Olvídelas. Le suministraremos todo cuanto necesite- Interrumpió el hombre.

A modo de precaución tomó una caja con utensilios básicos. Clausuró el taller como buenamente pudo y el hombre del revólver le empujó al asiento trasero de una limusina oscura. Seguidamente se sentó a su lado y no guardó el arma en ningún momento.

Por la ventana, Josh observó cómo abandonaban el barrio y las calles que conocía. En cuestión de minutos, accedieron a una autopista con peaje de pago donde permanecieron durante un cuarto de hora. Tras tomar una salida, ingresaron a una zona residencial más lujosa, donde abundantes mansiones con vallas electrificadas discurrían en una procesión interminable.

Una suave deceleración detuvo el vehículo frente a una reja metálica custodiada por un vigilante jurado. Tras vencer la inercia inicial, la reja se deslizó lo suficiente para permitir el paso de la limusina. Un minuto después habían accedido a un emplazamiento donde otros tres coches estaban aparcados.  

-Aquí bajamos- Anunció el hombre del revólver.

Josh se sentía fuera de lugar. Una habitación de aquella casa era, con total certeza, más grande que se propio apartamento en los suburbios humildes. Se fijó en los otros coches, dos de ellos eran vehículos costosos, con especial diseño y accesorios hechos a medida. El tercero era un coche deportivo y lo que más destacaba del mismo, era el cristal frontal roto y la parte delantera abollada.

-Éste es el coche que necesitamos que repare y deje listo para mañana- Habló el hombre de traje, mientras el segundo guardaba su revólver bajo la chaqueta. Señaló el destrozo -Como usted ya se habrá dado cuenta, el dueño ha tenido un desafortunado incidente justo antes de sus vacaciones-.

El mecánico hizo una evaluación preliminar y consideró el alcance de su trabajo encargado por obligación. La luna sería lo más sencillo de arreglar, pero el radiador estaba inservible y la estructura de la carrocería llevaría mucho trabajo. Debía enderezar primero y luego volver a ajustar su forma original. Eso sin contar la pintura y otros posibles fallos que encontrase durante el proceso.

-Me temo que no lo podré tener para mañana, aun trabajando todo lo que queda de hoy y esta próxima madrugada- Antes de que la pareja emitiese alguna disconformidad, apuntó al radiador -Además voy a necesitar ayuda para remover eso-.

-La tendrá- Dijo uno de ellos, el que sostenía el revólver.

-Prepare una lista de los repuestos y lo que requiera- Intervino el otro, dejándole una pluma estilográfica y un bloc de notas.

Josh no tardó en hacer un listado preliminar, mientras observaba cómo ambos sujetos se quitaban las chaquetas y corbatas de sus trajes. En ese momento, apareció una segunda pareja. Se trataba de un anciano con ojeras y manchas en el rostro, y una mujer de unos cincuenta años, maquillaje corrido y ojos llorosos.

-Buenas tardes, Sr. Williams- Habló el anciano, su tono de voz era de barítono ahogado por el tabaco y su aliento destilaba alcohol -Perdone usted por lo intempestivo de nuestra solicitud. Sepa usted que el dinero no es un problema…-.

Un poco más lejos, en la mansión, una chica joven y desnuda salió de la puerta principal gritando y riéndose, mientras era perseguida por quien debía ser el mayordomo. El alboroto dejó al mecánico estupefacto.

-¡Fresa! ¡Todo es de fresa! ¡Mi papi es un tacaño y mi mami era una stripper! ¡La, la, la!-.

-¡Por Dios, Aura! ¡Te dije que durmieras a la niña!-.

La aludida estalló en llanto y se derrumbó en el suelo. El hombre del revólver le ayudó a incorporarse.

-¡Hoy he estado con dos tíos y creo que me han dejado embarazada! ¡Mi papi va a ser abuelo! ¡Vainilla, melocotón, cerezas! Todo es de frutas-. La adolescente se lanzó a una piscina. El mayordomo no tuvo más remedio que sumergirse también en el agua.

-La lista- Le dijo Josh al líder de la pareja de matones. Era de clase baja, pero no era tonto. Ya se había hecho una idea de lo que había ocurrido.

Mientras esperaba las refracciones, empezó desmontando el radiador. Observó que alguien había limpiado con lejía la zona del impacto, pero aún quedaba algún rastro de sangre ajena.

El equipo de herramientas especifico y los repuestos no tardaron en llegar. El dinero, y no la fe, mueven montañas.

Trabajó durante toda la noche con la ayuda de esos dos mastodontes. Les indicaba dónde tenían que aflojar o dónde debían apretar. Estaba cansado, pero quería culminar lo más pronto posible aquella desagradable faena en la que le habían inmiscuido sin buscarlo.

Cuando amaneció, ráfagas de pintura pulverizada cubrían los componentes arreglados de la carrocería. No se dio cuenta cuándo apareció el anciano, pero sí percibió que le miraba con una mezcla de angustia y satisfacción.

-Mi hija es rebelde e inquieta, Sr. Williams. Pese a que ella ha tenido un accidente muy desafortunado, agradezco mucho la cooperación que usted nos ha brindado para ayudarnos a resolver nuestro problema- El anciano hizo una seña y uno de sus subordinados le extendió un maletín de terciopelo.

En el interior había incontables fajos con billetes de alta denominación y un olor a dinero turbio. No le importó. Con esas cantidades podía cerrar el taller y estar más tiempo con su mujer. Se habían casado hace unos meses y quizás era la oportunidad de pensar en tener descendencia.

La limusina le llevó de vuelta a su nido, pero Josh le pidió que le dejara unas manzanas antes. Sencillamente no querían que supiese dónde vivía. Sólo quería olvidar ese desgraciado episodio.

Caminó lentamente y con el maletín aferrado entre sus brazos. Se detuvo ante un quiosco donde los periódicos del día estaban anunciados en el escaparate. En el periódico local, el titular rezaba lo siguiente:

Atropello y fuga con fatal desenlace.

El contexto de la noticia informaba sobre un coche deportivo de alta gama que había atropellado a una empleada de una farmacia. La infortunada mujer había sido atendida por paramédicos que acudieron al lugar de los hechos, pero no fueron capaces de reanimarla. Un testigo aseguraba que una chica era quien conducía el vehículo, pero no pudo apuntar la matrícula, dada la rapidez de la tragedia.

Las piernas de Josh flaquearon y se desplomó en el suelo. La noticia era acompañada por la fotografía de la víctima.

Era la esposa del mecánico.

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