domingo, 19 de mayo de 2019

Oper. Epílogo (¡al fin!)

Epílogo

Diario digital de Schrödinger. 12 de Septiembre de 2052.

Este maldito mundo apesta. La guerra que diezmó a la humanidad no se compara con la epidemia crónica que ahora sufre. El Vértice, ciudad hedonista que fungió como resquicio de la agonizante sociedad aristócrata, urbe atiborrada de una enorme desigualdad social basada en la alta tecnología y en el bajo nivel de vida, metrópolis regida por la anarquía de gobiernos absurdos y patéticos, cobijo de corporaciones corruptas y organizaciones mafiosas; era ahora un nido de enfermos y desquiciados que se dedican a beber la sangre del inocente, una sombra miserable de la utopía que nunca pudo alcanzar, una cuna escarlata de muerte y desolación. El Vértice ahora no es más que un desierto de edificios abandonados, ordenadores apagados e inocentes indefensos.

Stirling se había equivocado en un detalle muy pequeño: pensó que el cerebro de cada ciudadano del mundo contenía un implante neural de la Corporación Ikari. Se equivocó. Muchas personas, como yo, hemos prescindido de emplear productos de esa megacorporación. Aún así, la cantidad de esos vampiros delincuentes y sanguinarios, es proporcionalmente mayor al número de inocentes.

En el transcurso de los últimos días he aprendido mucho. Los chupasangres siempre atacan tras el ocaso y antes del amanecer, se debilitan significativamente durante el día, siendo las horas del mediodía las más convenientes para acabar con ellos. Además, pude comprobar que la forma correcta de eliminarles es atravesando su corazón con un objeto punzante, del mismo modo en que murió Harold Stirling. He aprendido mucho y a la vez no he entendido nada. He encontrado pocos núcleos con personas que no están infectadas, sin embargo no están coordinados para defenderse por sus propios medios, están asustados y desamparados, con un sentimiento de impotencia y resignación que sólo les conduce a la muerte a manos de esos seres despreciables y despiadados.

Pero yo no claudico. Jamás lo haré. Esta tarde he matado a Jacqueline Wu y a más de cuarenta de esas criaturas demoníacas. Los encontré durmiendo en un viejo almacén ubicado en los muelles y sólo abrieron los ojos, entre chillidos agudos y de pánico, cuando las garras de mis manos hicieron su trabajo. Esta noche voy a dormir satisfecho en mi refugio. He descubierto dónde se esconden Maxwell Chase y su amiga rubia. Mañana les haré una visita para recordar viejos tiempos. Probablemente use con Maxwell la bomba fluidodinámica. Probablemente no. Mañana les recordaré que yo soy la justicia y la ley de esta ciudad, de este mundo. Un maldito mundo que apesta.

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