Cuando se va alguien a quien quieres, no parece ser algo grave en un principio. Sin embargo, se nota en aquellas pequeñas experiencias. Las conversaciones sobre cualquier tema, esas cosas nimias que hacíamos juntos, incluso el tiempo transcurrido entre ambos escribiendo ese documento que culminaba una etapa en nuestras carreras.
Trabajamos juntos durante una breve temporada. Un otoño y parte de un invierno donde la intensidad marcó el ritmo de nuestro objetivo mutuo. Nos hicimos compañeros de viaje en un monográfico que culminaba unos estudios de postgrado.
Nos complementábamos profesionalmente en muchos aspectos, pero tengo que ser honesto. Aprendí mucho de ti, de un ramo que me era completamente desconocido, un sector que creía complejo pero conseguí entenderlo gracias a tus explicaciones. Te admiro. Admiro tu tenacidad, tu constancia, tu pragmatismo y tu constante superación. Tu sonrisa encantadora me cautivó más de una vez. Tu acento extranjero es exquisito y, a la vez, le otorga una maravillosa pulcritud a la sintonía de tus palabras.
Has dejado una profunda e inolvidable huella en mi alma y, aunque solo nos hemos visto tres veces en persona, atesoro ese momentos en un baúl discreto de mi corazón. Sería injusto olvidar todas esas noches en las cuales nos encontrábamos en modo remoto para discutir y avanzar en nuestro trabajo común. Son para mi una época hermosa y plena. No te miento, nos costó mucho, pero el resultado fue más que satisfactorio.
Lamento mucho no haber podido ayudarte cuando más lo necesitabas. Deseo con toda la fuerza de mi espíritu que tengas una vida en compañía de lo más importante para ti. Creo que no pude articular las palabras adecuadas, pero siempre quise lo mejor porque lo merecéis.
Eventualmente, todos esos instantes se transformaron en memorias, y todas esas memorias se convierten en ti.
Recuerdo la calidez de tus palabras en las noches frías.
Si tuviese una rosa por cada vez que te recuerdo, podría caminar para siempre en mi propio jardín.
Todas las líneas ferroviarias de mi mente me conducen inexorablemente hacia ti.
Eres mi taza de café en un día gélido de invierno.
Sueño con caminar por las calles capitalinas a tu lado.
Todo lo que me queda por añadir es que recordaré por siempre a esta impresionante y fantástica chica que apareció en mi vida.
Para ti, la mujer a quien seguiré queriendo en mis sueños:
Je t'aime.
No hay comentarios:
Publicar un comentario