sábado, 11 de febrero de 2023

Dioses genéticos. Capítulo 7: Radiografía de un crimen.

7

Radiografía de un crimen

 

-Soy el Dr. Prasad Baran, Sr. Goldstein. El quinto genetista más importante. Bueno, en realidad ahora soy el cuarto- Rectificó tímidamente el hombrecillo enjuto, de tez oscura y bigote espeso –Los que me conocen, incluso mis colegas, me llaman Dr. Baran, así que sugiero que usted haga lo mismo-.

 

La oficina del interlocutor estaba atiborrada de carpetas, documentos y libros mal encuadernados. El orden no debía ser una de las principales prioridades del Dr. Baran. Además, la higiene personal tampoco debía ser una de sus virtudes. Su corbata gris estaba desajustada y en sintonía con su despeinado cabello canoso. El olor que desprendía su bata blanca anunciaba a gritos que no había sido lavada en días.

 

-Como comprenderá, el Dr. Svensson se halla totalmente indispuesto, así que me ha pedido gentilmente que le introduzca en las normas básicas de nuestra institución. Es evidente que mientras esté usted aquí, deberá cumplir con el reglamento esencial dictaminado por el Comité para la Reproducción Científica Asistida-.

 

-Entiendo sus normas, Dr. Baran. Pero estoy seguro de que usted también comprenderá que, como observador y consultor, debo disponer de los medios indispensables para llevar a cabo la investigación- Replicó Eugene.

 

-Y los tendrá, Sr. Goldstein. Indudablemente los tendrá- El genetista se envaró –A pesar de ello, usted estará permanentemente bajo la tutela de un miembro de nuestro equipo. Como estoy seguro de que habrá adivinado, la Srta. Tustin-X9 será quien le acompañe durante toda su estancia-.

 

El científico miró torvamente hacia la mujer de rubia cabellera, quien había permanecido callada durante toda la conversación ¿Srta. Tustin-X9? ¿A qué se debía semejante denominación? Por un instante muy breve, Eugene temió lo peor.

 

-La Srta. Tustin-X9 ha sido cedida gracias a la amabilidad del Dr. Hans Svensson. En mi opinión muy personal, usted debería sentirse afortunado al tener la compañía de la última y más preciada creación del fallecido Dr. Lars Svensson-.

 

-¿Podría usted explicarse mejor, Dr. Baran?- Interrogó Eugene, innecesariamente.

 

-¿Acaso no es obvio? ¡Ah! ¡Los vulgares ciudadanos! ¿Cómo podemos solventar el problema de la ignorancia humana?- Se lamentó superfluamente el científico asiático –La Srta. Tustin-X9 ha sido creada gracias al milagro de la clonación genética. Es la muestra innegable de la perfección humana-.

 

-¿Clonación genética? ¿Eso quiere decir que la han creado en un laboratorio?-.

 

-¡Mucho más que eso!- Respondió el Dr. Baran visiblemente contrariado –Déjeme darle un breve esbozo de la maravillosa ciencia que aquí estudiamos y aplicamos. La Srta. Tustin-X9 ha sido el logro más espectacular logrado por el hombre. Aunque el Dr. Lars Svensson participó en la mayoría de su desarrollo, debo decir que yo también tengo una contribución en ella. Hemos tomado los rasgos genéticos más destacables de una muestra formada por más de dos mil personas, seleccionadas minuciosamente de acuerdo a sus características más esenciales: inteligencia, belleza, inventiva, creatividad, capacidad de aprendizaje, fortaleza física ¡Podría enumerar decenas de cualidades! Lo cierto es que cada una de ellas está codificada de acuerdo a las proteínas y bases nitrogenadas que constituyen el genoma humano: citocina, timina, guanina, adenina y uracilo. Con toda esa información y tras muchos años de investigación, hemos logrado concebir al ser humano perfecto: la Srta. Tustin-X9-.

 

Eugene no pudo evitar recordar a su amada esposa y a la madre de esta ¿Qué pensarían de una explicación de esa naturaleza? ¿Pensarían que se trataría de algo inmoral y pecaminoso? Ladeó la cabeza y detalló puntualmente a la joven rubia. A simple vista parecía una mujer normal y corriente ¿Qué tipo de investigaciones se elaboraban en ese instituto?

 

-Descuide, Sr. Goldstein- Dijo el genetista, divertido –No encontrará ningún atisbo de violencia en la Srta. Tustin-X9. Sencillamente, su estructura molecular carece de semejante sentimiento. Adicionalmente, ella ha recibido órdenes expresas de asistirle en todo lo que necesite para sus propósitos. Por otro lado, hay asuntos que debe usted respetar. Bajo ninguna circunstancia debe usted separarse de la Srta. Tustin-X9. Usted puede visitar todas las oficinas y entrevistarse con cualquier empleado de la institución, pero no le está permitido acudir a los laboratorios de trabajo ni tampoco revisar documentos técnicos relativos a investigaciones en curso o pasadas. La Srta. Tustin-X9 se encargará de suministrarle los insumos que ha solicitado mediante la Policía Tecnológica. En caso de que requiera algo más, por favor comuníqueselo a su acompañante ¿Alguna pregunta, Sr. Goldstein?-.

 

-Cuatro preguntas, Dr. Baran ¿Conocía a Lars?-.

 

-¿Al Dr. Svensson? ¡Naturalmente!- Prasad pareció indignarse por momentos –Éramos colegas desde hace seis años. Ambos nos doctoramos en la misma universidad-.

 

-Entonces… Podría usted decir que era una persona normal, libre de problemas ¿no?-.

 

-Problemas, lo que usted conoce como problemas, no. El Dr. Svensson era una persona íntegramente dedicada a sus investigaciones. Por lo que sé, jamás se vio envuelto en ninguna pelea o riña-.

 

-¿Tuvo usted algún problema con Lars, Dr. Baran?-.

 

-¡No! ¿Qué insinúa?- El científico golpeó la mesa con estrépito.

 

Eugene se limitó a fruncir el ceño.

 

-Lo siento, Sr. Goldstein- Habló Prasad, mientras se calmaba –Entiendo que usted debe hacer preguntas y que yo estoy siendo interrogado, pero…-.

 

-Tiene usted una fotografía muy curiosa, Dr. Baran-.

 

Eugene se acercó hacia la holografía de un paisaje natural, dispuesta sobre el escritorio del científico. En él, un joven Prasad Baran y un apuesto Lars Svensson posaban sonrientes junto a la maqueta de una doble hélice, modelo que emulaba la complejidad de la genética humana. En el fondo del paisaje, detrás de un ciprés muy alto, se encontraba parte de una amplia edificación.

 

-Representa los primeros días del instituto, Sr. Goldstein. Todavía no se había culminado con la construcción donde ahora nos hallamos. Es una foto memorable-.

 

-Seguramente, Dr. Baran. Seguramente- Hizo un ademán de retirarse, pero enseguida volvió sobre sus pasos –Le dije que tenía cuatro preguntas, así que todavía me queda una ¿Dónde estaba usted cuando se produjo el asesinato?-.

 

-En mi casa, charlando por holoconferencia con mis padres en Nuevo Delhi. Puedo traerle el registro de llamadas si así lo prefiere-.

 

-No estaría demás, Dr. Baran. No estaría demás. Gracias por su tiempo. Si me lo permite, debo continuar con mi labor-.

 

Abandonó la oficina del científico, notando cómo la mujer de rubia cabellera le escoltaba con precisión. Se detuvo en un pasillo para pensar en cuál sería su próximo paso, percibiendo que cientos de ojos le radiografiaban desde decenas de localizaciones. Estaba claro que había cámaras en todo el recinto. Quizás debería empezar por el área de seguridad ¿O quizás por la recepción?

 

No estaba claro. Lo que sí estaba claro es que el Dr. Baran le había mentido.  

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